lunes, 11 de junio de 2018

Nos relacionamos siempre con nosotros mismos

Es curioso cómo son las relaciones humanas, creemos que nos relacionamos con el prójimo cuando en realidad siempre nos relacionamos con lo que nuestra mente percibe del otro...nuestras relaciones son con nuestra propia mente.

Cada vez que conocemos a alguien actuamos dependiendo del pensamiento o sensación que nos aporta la apariencia de esa persona, es decir, juzgamos al personaje.

Incluso en las relaciones de pareja no nos relacionamos con ella, sino con lo que nos hace sentir esa persona, nos relacionamos con nuestro propio sentimiento.

Cuando nos abrazamos con alguien, no es ese alguien quién nos aporta nada, sino lo que nosotros interpretamos, conseguimos o sentimos a través de ese abrazo. Todo depende de nosotros siempre.

Voy a hablar de mí, ya que es lo único que conozco "algo", y especifico "algo" ya que me voy descubriendo día a día y seguramente me falte mucho por encontrar...

Cuando me cruzo con personas a lo largo del trayecto de mi vida que solo desprenden felicidad, que siempre van con una sonrisa en la cara, que parece que son todo amor, cariño y simpatía, que en cuanto pasan un rato conmigo ya parece que somos casi familia por su parte, que te involucran en sus vidas como si hubieses formado parte de ella durante mucho recorrido...mi mente directamente las rechaza...pero ellas no lo saben, yo soy una hipócrita y cada vez que mi viaje se cruza con ellas soy simpática y agradable, pero interiormente me generan desconfianza, me resultan poco reales y antinaturales...ya que estar feliz todo el día, que todo el mundo te caiga bien, que ames a todas las personas, que todo sea estupendo y divino...eso pasa en la Aldea del Arce, pero no en la vida cotidiana...y a mí me gusta la realidad, me gusta encontrar personas y descubrir al personaje, no encontrarme al personaje en el primer contacto...personajes de ficción tan descarados me aburren...y que nadie se ofenda, que es mi percepción, no por ello la realidad...no olviden este dato nunca.

En realidad todas las personas que me tienen cariño o aprecio no es por mí, sino por lo que les transmito, por lo que su mente les hace percibir de mí, siempre basado en su propio juicio personal dominado por las creencias de su propia mente. Nos relacionamos con nuestra propia mente, no con el corazón, no con la esencia de las personas, sino con sus personajes, con lo que sus mentes perciben y les hacen sentir.

Estoy enamorada de mi marido, pero en realidad sé que no es por él, sino por mi propia percepción de él...me atrae físicamente porque está bajo los cánones físicos que me gustan, no es que me guste su forma de ser, sino lo que yo percibo o siento de su forma de ser, todo está basado en mi propia percepción...seguramente muchas en mi puesto no serían felices, igual que muchos en su puesto tampoco...nosotros compartimos viaje, a día de hoy, porque cubrimos nuestras necesidades, es decir, lo que sentimos a través del otro nos satisface...pero lo siento yo a través de él, me relaciono con las emociones o sensaciones que él me hace sentir...todo depende de mí, de mi mente.

Cuantas veces a lo largo de nuestras vidas ha aparecido alguien que es súper simpático, súper agradable, un cielo, una persona entrañable...pero por mucho que fuese la pareja ideal e incluso físicamente te atraiga...no tiene ese no sé qué que necesitas para entablar una relación...puede ser el físico, o la forma de ser, el carácter...lo que sea...pero algo no cubre tus necesidades y no puede ser...y el problema no es la persona, es nuestra mente, es que no ha pasado el examen al que sometemos a todas las personas, no ha pasado alguna de las secciones que existen en nuestra mente...algo no encaja en nuestro pensamiento, y entonces no podemos sentir lo que nos gustaría sentir...no puede ser, y punto.

No queremos, ni apreciamos a nadie solo por existir. Eso lo haríamos si nos permitiésemos percibir al prójimo desde nuestro corazón y no desde nuestra mente, pero la forma de relacionarnos en esta sociedad es totalmente analítica y racional.

No sabemos vivir desde el corazón...para ello deberíamos parar, sentir, conectarnos con nuestra esencia...pero en esta vida donde todo son prisas y las relaciones son momentáneas, nos creamos personajes para interactuar...pero en la soledad de nuestros hogares sale nuestro verdadero yo...de ahí tantas frustraciones, depresiones, ansiedades...

Solo nos relacionamos con el corazón en esos momentos donde no existe la prisa, donde nos centramos en ser nosotros mismos sacando nuestras verdaderas emociones y sensaciones, donde nos sinceramos y nos quitamos la careta, donde se producen encuentros que te llegan y te nutren el Alma...pero encontrar ese tipo de personas capaces de ser así en esta sociedad no es tan sencillo...y cruzarme con ellas siempre es un regalo...puede ser que en realidad por eso cada vez me gustan menos las relaciones sociales, no lo sé...

Cada día soy más consciente de la gran obra de teatro que interpretamos todos, donde cada uno se relaciona con su propia percepción de la realidad, olvidando que no es la realidad, sino lo que su mente percibe, analiza y basado en el resultado, le hace sentir.


sábado, 2 de junio de 2018

La comercialización de la Terapia Regresiva

Llevo cuatro años aprendiendo a través de la Terapia Regresiva y de corazón espero que el Universo me permita seguir recorriendo este trayecto de aprendizaje continuo, a pesar de que me baje del vagón en el que he recorrido gran parte de mi formación.

Después de estos años siento que ha llegado el momento de bajarme de este vagón, pero no porque me haya desilusionado o me haya defraudado la terapia en sí, sino porque no resueno con el fin con el que se lleva a cabo en realidad esta terapia, ya que no es más que el enriquecimiento económico personal de cada terapeuta, y no la sanación del Alma de los pacientes...eso queda en segundo plano.

Seguramente el problema es mi forma de pensar que no encaja muy bien dentro de este sistema creado única y exclusivamente para enriquecerse y lucrarse económicamente...soy de las que sigue la filosofía de que menos es más...pero la Terapia Regresiva es la terapia del Alma, no es una terapia cualquiera basada en una metodología única a seguir, sino que cada terapeuta se convierte en una herramienta del Universo para acompañar a otras Almas en su sanación...y ponerle precio a eso, a mí a día de hoy, me rechina...

En esta terapia es el Alma del paciente el que le empuja a asistir a un taller o a una sesión individual, es una fuerza interna que hace que esa persona llegue a ese lugar sin saber muy bien cómo; y por otro lado es el Alma del terapeuta el que interactúa con ese Alma del paciente porque se entra en un estado expandido de conciencia por ambas partes, es como un diálogo entre Almas...no sé muy bien cómo expresarlo en palabras, aparece mi querida inefabilidad...pero esta es la forma más precisa en la que puedo transmitir lo que sucede en cada sesión.

No tengo 100, ni 1000, ni 3000 regresiones a mis espaldas para llenarme la boca hablando de mi experiencia como terapeuta, pero sí que con mis 15 regresiones a pacientes, mis 13 regresiones personales y mi intercambio de correos electrónicos con decenas de personas desconocidas que se han puesto en contacto conmigo gracias a mi blog y mi canal de Ivoox, tengo evidencias suficientes, para mí, para ser consciente de que en cada sesión suceden cosas que no tienen explicación racional; que los pacientes, en ocasiones, no recuerdan lo que ha sucedido y les aseguro que no hay hipnosis ni relajación previa ni nada; que gracias a que grabo todas las sesiones individuales tengo evidencias para demostrar que sucedió lo que viví y no me lo invento; que la energía del perdón tiene un poder espectacular; que a las sesiones acuden Almas desencarnadas que están perdidas y mostrándoles la luz vuelven agradecidas al hogar; que gracias a revivir vidas pasadas se solucionan contracturas emocionales presentes en la actualidad...en definitiva...que es una terapia que debería de estar al alcance de todo el mundo y no convertirla en una terapia clasista que depende de tu poder adquisitivo.

Es una terapia que ofrecería la posibilidad de percibir la vida desde un punto de vista diferente; solventaría, en ocasiones, enfermedades psicosomáticas; acercaría a muchísimas personas la opción de aceptarse tal cual son, ya que les recordaría lo valiosos que son solo por existir; habilitaría la alternativa de vivir sin miedo a la muerte; les posibilitaría recordar el poder de la energía del amor y el perdón; les mostraría que la mayoría de sus problemas no existen en realidad, sino que solo son pensamientos inducidos mayoritariamente por unas creencias; y sobretodo les guiaría a vivir en el momento presente, ya que asimilarían que, en realidad, no existe el tiempo ni el espacio...sería tan productivo para el ser humano...

Es algo tan inefable lo que ocurre en los talleres, en las semanas de formación o en las sesiones individuales que me decepciona que solo se lleven a cabo bajo la condición de que el resultado sea beneficioso económicamente para los terapeutas.

Que solo se realicen talleres siempre y cuando el número de asistentes sea el suficiente para que la cuenta corriente del terapeuta se vaya llena, y que se cancelen los únicos eventos gratuitos, que son las conferencias previas al taller, sin ninguna consideración, es decir, que el taller se cancela sin pudor si no hay mínimo 10 personas, y que no se cancele si no hay posibilidad de conferencia...¿qué más da que la única llave gratuita que abre tantas Almas se cancele?...lo importante es que vayan asistentes al taller...vamos...lo importante es la cuenta corriente.

¿Qué más da que haya un gran porcentaje de personas que no puedan pagar el precio de una sesión de 90, 100, 200 o 300€? Esas Almas parece que no tienen derecho a acceder a esta terapia tan increíblemente sanadora.

¿Qué más da que se cancele un encuentro gratuito de terapeutas o ex alumnos donde se aprende y se comparte información? Parece que es más importante asistir a un taller donde la cuenta corriente aumenta...ese encuentro es solo por amor...y parece que el ego, en este vagón que he viajado cuatro años, gana la batalla al amor...

La Terapia Regresiva no es una terapia física.

La actriz principal en esta terapia es el Alma del paciente y por ello su sanación, y no su dinero como demuestran los hechos de todo este movimiento terrenal alrededor de esta terapia...donde cuando tienes experiencia el siguiente nivel de recaudación es pasar a crear cursos de formación de terapeutas, y cada semana de formación mueven miles de euros, ya que también depende de un mínimo de asistentes...sino es rentable, no hay formación.

Y ahora venid y repetirme que la actriz principal es el Alma del paciente y que el amor es la energía que mueve esta terapia...y yo os diré que os mueve el dinero, y que no os preocupéis, porque es tan respetuoso como moverse por amor...no olvidéis que todo está bien tal y como sucede...pero no me enmascaréis la realidad de los hechos, ya que no somos lo que decimos, sino lo que hacemos.

No me siento cómoda en la forma en la que fluye esta terapia en este vagón, pero también soy consciente de que hay otro vagón en el que el fin sí que es el Alma del paciente y no su poder adquisitivo; sí que hay terapeutas que sentimos que hemos tenido la suerte de poder pagar talleres, sesiones individuales y cursos, pero que no ha sido una inversión que nos haya de generar dividendos, sino un intercambio de información por dinero que hemos tenido la suerte de realizar; existimos terapeutas que nos movemos en la energía de la compasión, la comprensión, la paciencia y el amor dentro de esta terapia y somos conscientes de que simplemente somos herramientas que tiene el Universo para acompañar a todas aquellas Almas que se cruzan en nuestro camino, y que nuestro intercambio no es por dinero, sino por aprendizaje...porque a veces para ir más rápido tienes que ir más lento confiando plenamente en el proceso, y sobretodo siendo conscientes de que vinimos a aprender y no a acumular riqueza económica.

Recordé hace tiempo que vivir sin la necesidad de consumir en exceso es ayudar a otros a tener sus necesidades cubiertas y así equilibrar la abundancia existente.