jueves, 12 de septiembre de 2019

Vecinos para olvidar, y aprender.

Tengo 38 años, 3 viviendas diferentes a mis espaldas y por lo tanto he topado con muchos vecinos...todos estupendos, excepto dos casos que voy a desgranar.

Me resulta curioso que solo se escuche, en esta sociedad, que la juventud de estos tiempos carece de valores y respeto...pues ya es hora de que se hable un poco también de estas generaciones pasadas que ahora están en plena jubilación y se creen que por tener edad pueden vacilar, faltar el respeto e incluso creerse que porque somos jóvenes pueden hacer lo que les dé la gana con las lindes de los terrenos.

He vivido en un piso, y dos casas diferentes.

Una a los 4 vientos lindando con el vecino solo con un muro...pero era tan curioso, que se creía que vivir en una urbanización era vivir en el pueblo...y como casi todos los jubilados, tenía huerto, y admirable además...pero también tenía sueltos conejos, faisanes, gallinas, gallos e incluso tuvo cerdos.

Apaga y vámonos...que vivimos en una urbanización, no en un zoo.

Pero me amoldé a vivir así, nunca le dije nada, y soporté incluso olores (porque además no era demasiado limpio con la higiene de los animales, y tenía a la lluvia contratada como encargada de limpiar de vez en cuando).

Hasta que pasados los años, los conejos después de hacer miles de madrigueras, fueron los responsables de dejar el terreno con las características perfectas para ser arrastrado por el agua y caer contra mi muro, y con ello ceder mi vallado.

Y como suele pasar con este tipo de personajes, que se aprovechan porque somos jóvenes y creen que como toda la vida se ha hecho así, todo sigue como antes, y nosotros no nos enteramos de nada...tuvo la cara dura de decirme que mi vallado siempre había estado así y no era culpa suya...sí, sí...esa fue su reacción...y encima sé que fue mi responsabilidad, ya que mis padres, por ejemplo, no lo hubiesen permitido, y puede que él no hubiese actuado con tanta libertad.

Así que después de discutir y acabar como el rosario de la Aurora, dejándome como la “mala” de la película encima, tuve que ir al Ayuntamiento a poner una instancia...y así, el señor tuvo que cercar todos sus animales...porque señores, por muy núcleo zoológico que tengan del año del Rococó, ahora viven en urbanizaciones y las normas evolucionan igual que las personas...bueno, en realidad, muchas siguen viviendo en la Prehistoria, pero camuflados con sus Mercedes y sus chalets.

Como estos últimos.

Esta vez en chalets adosados, donde incluso les oigo si hacen pipí...sí, sí...no es broma, se oye porque el arquitecto que fue un genio en su facultad seguro, adosó los chalets por los baños en lugar de por los garajes.

Otros jubilados con huerto. Pero estos sin animales, puede que sea porque no los necesitan...se tienen mutuamente.

Nuestra relación empezó poniéndonos verde a todo el alrededor...así que pensamos, madre mía, vaya gente que habrá por aquí.

Después, nos pidieron que les regásemos el huerto, así ellos no tenían que venir tanto, porque este chalet es segunda vivienda...y nosotros aceptamos...sí, somos de buenos, tontitos...qué le vamos a hacer...estamos aprendiendo.

Después nos pidieron la clave del wifi, porque para el fin de semana no iban a ponerse ellos internet, así veían los toros pirateados gracias a nuestro router...y aceptamos...aunque pensamos que vaya cara más dura, pero no les dijimos nada, porque con la edad que tienen, ya son mayorcitos para saber lo que es aprovecharse de alguien.

De vez en cuando nos daban alguna lechuga, tomate, puerros, calabacín...e incluso nos trajeron unas anchoas...qué señores mayores más majos oye...lobos con piel de cordero.

Un día no pudimos hacerles un favor, dijimos “no” por primera vez...y nos dejaron de hablar...así que después de sentirnos los más tontos del pueblo, les dimos sus llaves, empezaron a regarse y cambiamos la clave del wifi.

Y poco a poco empezaron a cargar contra nuestro vallado con la tierra que año tras año ponen para que su huerto salga divino.

Son como los americanos con el alumbrado de Navidad, pero estos con el huerto. Ellos compiten para ser los que tienen el huerto más bonito. Ya lo pusieron de escaparate hacia la calle para eso.

Plantan un rosal, pero las raíces en nuestro terreno...supongo que será para tener ellos más espacio en el suyo, porque sino no lo comprendo, ni le encuentro ninguna justificación, la verdad.

Y ponen unas baldosas contra el vallado para que no les salga hierba a ellos en ese trozo, y a nosotros que nos la pique un pollo...la raíz de la hierba en su lado, pero la baldosa le obliga a crecer para el nuestro...claro que sí, guapi.

Pero que puedes esperar de un señor que le saca el polvo a las hojas de las lechugas? Y lo digo en serio. No es broma. Cada día repasa planta por planta, hoja por hoja, flor por flor...

Normal que en invierno vivan tan aletargados...se les acaba su única actividad, admirar su creación. Son como Dios con el mundo...pero ellos con un huerto de 20m2, si llega.

Si llegan a tener el huerto del resto de vecinos que son campos enteros...el hombre tomaría Tranquimazin porque se estresaría yendo de hoja a hoja.

Y atención, que mientras él se encarga del huerto, ella con su Vileda quita el polvo del vallado exterior...porque señores el polvo de las rejas de la calle se quita semanalmente, y yo con 38 años y sin saberlo, qué desastre de juventud.

Ademas viviendo en una comunidad de varios chalets, se creen que, como los catalanes independentistas, pueden tomar las decisiones sin tener en cuenta al resto...pero claro, son vascos en Cantabria...y eso es algo diferente a ser vascos en Bilbao...otro día me explicaré...porque da para un post entero también.

Y no sigo porque ya me he relajado.

Emociones expresadas, emociones superadas...así que me desahogo por aquí, y dreno emociones escribiendo, que a mí me sirve igual.

Solo me queda deciros por aquí, porque es mi necesidad y decíroslo a vosotros sirve igual que hacerlo por aquí...absolutamente nada...que gracias por cantarnos hoy “Agur, agur”, y reíros de nosotros con esa vacilada...que no os hemos dicho nunca nada, porque sois mayores y la educación no queremos perderla con clases de gente como vosotros...pero sí que me entristecería llegar a esa edad sin haber evolucionado nada en absoluto...qué pena, qué desperdicio de experiencia de vida.

Ah! Aquí venimos a dejar huella al desencarnar...pero el Mercedes, el chalet y el dinero no sirven de nada para ello...y de momento, la huella que dejáis aquí después tantos años es bastante oscura, no hablan muy bien de vosotros en ningún sitio...pero tranquilos que aún estáis a tiempo de aprender un poco de esta juventud que en solo 4 años ha hecho del pueblo su hogar y de su gente su Tribu.



viernes, 6 de septiembre de 2019

No necesitamos ni la mitad

Que mi vida ha dado un giro con la presencia de Valentina es algo palpable incluso en las entradas de este blog.

Mi mente, mi percepción de la sociedad, mis prioridades, mis creencias, e incluso, mis valores se han visto afectados.

Ahora me parece que casi todo lo que antes era casi vital, roza lo ridículo.

Estamos en plena mudanza y me avergüenzo de mí misma...en qué momento he caído tan sutilmente en las redes del consumismo de la moda...me parece aberrante la cantidad de zapatos, deportivas y ropa en general que he consumido...nos mudamos de una casa a un piso, y me ha servido para ser consciente de que me sobra casi todo, que no necesito casi nada y que de todo lo que tengo uso menos de la mitad.

Tengo ropa para vestirme sin poner lavadoras en un mes...o más...pero no la tengo de ahora, sino que mucha de ella me acompaña desde hace años...así que o ahorro en agua y empiezo a utilizar todas las prendas, o lavando es imposible usarlo todo...porque además, para más ridiculez, siempre acabo comprando alguna prenda suelta.

Pero lo más gracioso, es que nunca me he cuestionado ni he visto el asunto como ahora lo percibo...qué curiosa la mente humana oye.

Y lo más asombroso, es que hace cuatro años hicimos otra mudanza y no fui consciente de esta percepción, al contrario, mi mente quiso que una habitación fuese vestidor y así lo organizamos...pero ahora me parece absurda esa decisión.

Sigo siendo yo, pero en otro momento, en otra etapa y otra versión de mí misma.

No sé cuántas versiones me quedan por descubrir...pero en realidad eso es lo maravilloso de la vida, que pasamos por diferentes etapas donde realizamos acciones que luego no resuenan con nuestro yo actual, para terminar aceptándonos en todos nuestros perfiles, ya que es la clave para seguir viajando en el trayecto de Vida sin cargas emocionales excesivas.

Así que pronto empieza una nueva etapa, en un nuevo lugar...y este cambio me va a servir para desprenderme de todo aquello que en realidad solo ha formado parte de la corriente consumista de esta sociedad, pero eso no quita que no me desprenderé de nada sin antes agradecer el tiempo compartido y la utilidad que me ha prestado.

Ahora siento que se inicia un tiempo donde menos es más, y no porque el minimalismo esté de moda, sino porque si miro atrás mi vida siempre ha sido así...y no sé cuándo ni cómo he caído en este fango de la moda donde todo es consumir desenfrenadamente...puede que mi vacío interior se llenaba de ello, creyendo que era lo normal, lo que hace la mayoría e incluso siguiendo esa costumbre como casi vital para vivir en esta sociedad...y puede que la llegada de Valentina me haya transformado mucho más de lo que yo todavía soy consciente.

Seguiré escuchándome, continuaré observándome y sobretodo voy a empezar a disfrutar del vacío exterior...qué sensación más maravillosa esta de que todo sobra...estoy deseando averiguar dónde me llevará todo esto.

Las palabras naturalidad, desapego, sencillez, austeridad...son palabras que cada vez me resuenan más.

No sé hacia dónde me llevarán todas estas emociones que desde que salí de la gran ciudad y me vine al pulmón verde ya empezaron a mover los engranajes de mi interior...pero ahora con la presencia de Valentina y todos los cambios que se nos presentan, cada vez más, todo va fluyendo hacia esta sensación de que no necesitamos ni la mitad de todo lo que tenemos.

Puede ser que una vez que sientes esta plenitud interior te apetece vivir acompañada del vacío exterior? No lo sé...pero sí que me apetece vivir diferente, y con este cambio de vivienda el Universo me está dando la oportunidad.

Así que toca desprenderme de mucho, mover energías y que todo fluya...porque al final todo está regido por las energías, y el estancamiento, de tanto guardar, acaba oliendo a naftalina.