jueves, 19 de julio de 2018

Reflexiones en la semana 23

Si me dicen hace un tiempo que me voy a ver inmersa en esta experiencia les digo que ni de coña...pero ahora que ya estoy viviéndola me ha cambiado por completo la percepción de ver este proceso.

De momento no he perdido del todo el norte y no me he liado a hacer reformas de ninguna habitación, ni he comprado el típico sillón de lactancia que está tan de moda, ni he puesto una cuna con el nombre de Valentina encima colgado a modo decorativo, ni he colocado una alfombra en medio de la estancia, ni siquiera he comprado un armario cambiador con todos los complementos que venden para dejar la habitación ideal para hacerle una foto y colgarla en las redes sociales...de momento no he llegado a ese punto.

Valentina tiene 23 semanas de vida dentro de mí, y hemos hecho dos ecografías, las que nos han pedido por la seguridad social. No hemos ido a ningún centro privado para coleccionar ecografías de su evolución como si fuesen cromos, ni tenemos la intención de hacerle una eco de 4D o 5D...ya no sé ni porqué formato van...

No...no hemos entrado en bucle con el embarazo y su futuro nacimiento. No participamos en este gran negocio que se ha creado alrededor de este proceso...tenemos la sensación de que lo único que necesita una vez salga de mi interior será nuestro contacto y sustento físico y emocional. Estamos convencidos de que todo es mucho más simple sin la necesidad de tanto materialismo.

Pero lo que sí que me ha salido es una nueva cualidad, la de protección, es decir, mis manos van directas a la barriga de forma inconsciente, necesito acariciarla, sentirla; si alguien pasa cerca de mí me cubro la zona abdominal como por instinto; al andar voy con más cuidado como para evitar caídas o resbalones...es un estado de alerta, cuidado y protección innato.

Por otro lado, a día de hoy, no tengo miedo, es decir, no tengo ese miedo que acompaña a tantas embarazadas. Sí que es verdad que el día que la matrona tardó unos segundos en encontrar el latido de Valentina me vino a la mente:
- Ay, ya no está...

Y también es verdad que si ahora decidiese no venir sería una noticia que me impactaría al principio y lamentaría, porque ya estoy ilusionada con su estancia aquí...pero hay algo en mi interior que acepta todo aquello que ocurra y esta idea está impregnada en mi ser como algo natural.

Es como si fuese un aprendizaje que he adquirido después de estos años de contacto con mi Alma y con las Almas de los pacientes que he tenido la fortuna de acompañar a través de la terapia regresiva.

No es algo que pueda explicar. Surge mi querida inefabilidad. Pero es una sensación interna de ser consciente desde lo más profundo de mi Ser de que al final todo está bien; que todo aquello que me suceda es porque estoy preparada para vivirlo, sino no me ocurriría; que ahora estoy aquí, pero luego no lo sé, y lo mismo sucede con Valentina; que nada es permanente, por el contrario, todo está en continúo cambio y que estamos aquí simplemente para vivir aquello que nos ocurra...solo hay que fluir con la Vida.

Es como una sensación de que todo es muy simple en realidad, y que son nuestros pensamientos los que complican el día a día.

Estoy cansada de escuchar la frase de que "lo único importante es que todo salga bien"...pero ¿bien para quién?

No nos vamos a engañar tampoco. Por supuesto que me gustaría no tener ningún problema, es decir, nada que me complicase esta experiencia...pero para no tener adversidades no debería haber decidido encarnar, allí en la Luz ya existía de esa forma...por lo que si estoy aquí es para que me sucedan acontecimientos a pesar de que no sean de mi agrado, pero si me ocurren es para algo seguro y en algún momento lo comprenderé.

Así que vivo mi embarazo día a día, sin miedo al parto, porque todo lo que se me presente será porque estoy capacitada para afrontarlo; sin miedo a que Valentina venga con alguna característica que yo catalogue como problema, ya que mi deseo es que no pase nada...pero si sucede algo, en realidad, sé que no tendré otra opción que acabar afrontándolo y aceptándolo...ya que de eso trata la Vida al fin y al cabo. Hemos venido a amar el mundo, no a entenderlo.

Así que vivamos más y pensemos menos.