martes, 4 de abril de 2023

Viviendo mi presente

 Soy de barrio, de toda la vida y crecí creyendo cosas que ahora ya no creo. Es como cuando dejas de fumar porros y sales de esa burbuja de realidad en la que vivías, y de repente la mente funciona a otra velocidad y parece que despiertas de golpe.

He salido de esa percepción donde convivía con una idea de la vida que nada tiene que ver con la que ahora me acompaña.


Crecí yendo al pueblo todos los veranos, y creía que vivir en una ciudad era un privilegio porque tienes de todo cerca. Hay servicios, centros comerciales, parques, bosques, playas, tiendas de barrio, restaurantes, cines, parques de atracciones…bueno, de todo…pero me pasó desapercibido lo esencial, que no hay nada que vaya a favor del cuidado de la propia vida.


Ahora, para mí, las ciudades son granjas humanas creadas para la producción del sistema, acompañadas de todo un engranaje de ocio para el poco tiempo libre…es el bien que escasea allí, todo va rápido y ese ritmo te arrastra a tener esa sensación de estar corriendo aunque estés quieto.


Ahora veo que el privilegio es vivir en esos lugares despoblados donde vestirte con jerseys llenos de bolitas no desentona, donde la naturaleza es parte del escenario diario sin tener que ir a buscarlo, donde la vida es tan sencilla y simple que para los humanos urbanitas se hace difícil, ya que se ahogan en el presente después de toda una vida acostumbrados a transitar el suyo evadiéndose de él a través de todos los estímulos visuales que allí absorben. Para unos días está bien ir a consumir casas rurales, pero para el día a día volvamos a nuestra carrera de fondo donde la vida pasa casi sin sacarle sabor porque cuando la degustamos nos empachamos, y además para poder estar con uno mismo necesitas haber transitado tu propio proceso, y es fácil de comprender puesto que la desconexión con nuestro ser está a la orden del día.


La evolución humana nos ha arrastrado casi inconscientemente a este momento evolutivo donde una minoría siente desde lo más profundo de su ser que esta forma de vivir lo que menos hace es cuidarles o cuidar de la propia vida, y desde esta percepción pasan cosas dentro, no fuera, porque en verdad en la mayor parte de nuestra experiencia de vida siempre pasan cosas dentro.


Siempre que alguien habla de mi forma de vida sale el mismo comentario:

  • Claro, pero tú puedes vivir así porque tu marido trabaja y trae un sueldo, y su trabajo permite cambiar de lugar de residencia.

Y no puedo negar que es así en cierto modo, pero no es solo así. 


Antes de esta vida he vivido inmersa en la forma de vida de esa gran mayoría, así que sé lo que es estar ahí y no tener la capacidad de mirar más allá.


He trabajado siempre porque lo sentía como una obligación y necesidad para vivir, e incluso para realizarme como persona. He tenido otras parejas que trabajan y ganaban incluso más dinero que ahora mi marido, y nunca se me ocurrió dejar de trabajar.


Salir del mundo laboral, dejar de cotizar, vivir con el sueldo que otra persona trae a casa es un acto de valor y confianza en la vida que me nació porque era ÉL, porque es casa y lo siento como hogar, pero sobretodo porque la vida me lo puso en el presente y se me dio la oportunidad de valorar poder vivirnos nosotros en lugar de solo tener, y ese aprendizaje fue de ambos, sino no hubiese podido ser.


Igual que él existen miles de trabajadores en su empresa. Todos con la misma posibilidad de trasladarse de ciudad, y casi nadie lo hace, salir de la zona de confort no es tan sencillo. Así que no es suerte, es decisión, es usar bien la energía de la agresividad que todos llevamos dentro, esa que usamos por primera vez para nacer, y que aprendiendo a no canalizarla hacia la violencia nos puede ser muy útil para ser capaces de tomar decisiones en la vida con fortaleza y valentía, es esa energía que nace en el estómago, en el tercer chacra, esa que no permite que sea el miedo el que gane.


Y no, para todos los que estéis pensando en el mañana, os contesto ya: no, no tengo miedo a que la relación se acabe y yo salga al mundo sin haber cotizado por estar fuera del mundo laboral, porque tengo confianza plena en que si eso se me presenta pasarán cosas y saldré adelante. No vivo ni me pierdo el presente por el miedo a un futuro que no sé ni si se dará ni si llegaré viva a él.


Elegí vivir desde el presente, porque aprendí que existe esta forma de transitar la vida y una vez que tu mente hace “click”, ya no hay vuelta atrás. 


Vivir con consciencia y sin miedo, es otorgar una confianza plena a la Vida, no en que todo me va a ir bien, porque me creo que vivo en la aldea del Arce, sino en que me van a llegar las experiencias necesarias para mi propia evolución y yo solo tengo que seguir, porque para eso estoy aquí, para seguir evolucionando como ser, y donde nos han enseñado a mirar con ojos de desgracias, yo solo veo oportunidades escondidas detrás de esa forma automática de juzgar que tenemos tan insertada.


Cada vez que vuelvo al barrio y soy testigo de la vida que se da aquí solo puedo estar agradecida a haberme atrevido a salir de la zona de confort y haber descubierto que existe otra manera de vivir, a otro ritmo y con otra mirada hacia la propia Vida, una que de fondo siento que me cuida y nos cuida como familia.


Sigamos💫