viernes, 22 de febrero de 2019

Baby Valentina, mi maestra.

Baby Valentina quiso pasar a este otro lado hace poco más de tres meses, y lo hizo en 5 minutos. Puede que de tanto hablarle para intentar quitarle el miedo a salir, la animé demasiado y vino con prisas. Así que mi parto no fue demasiado traumático para ella, ni para mí.

Pero a partir de ahí mi antiguo yo empezó a morir hasta hace bien poco que ha renacido de nuevo.

Si tuviese que describir mi estado en colores diría que empecé en un negro oscuro, pasando por las diferentes tonalidades hasta acabar en el blanco luz en el que me encuentro ahora.

Siempre me ha parecido exagerado escuchar que ser mamá es lo más maravilloso que te puede pasar en la vida, que disfrutes del bebé que pasa muy rápido...y ahora lo afirmo. Si esto es lo más maravilloso, apaga y vámonos.

Es una experiencia que puede que a la larga sea así, no lo sé, pero al principio es una dualidad pura y dura.

Y sí, pasas del negro oscuro al blanco luz...pero se necesitan semanas, y para mí, meses.

Los primeros días pasas del dolor insoportable a la ternura máxima no sé cuantas veces al día, o incluso a la hora. Vives en una noria emocional continua.

Os aseguro que si al principio baby Valentina hubiese venido con un ticket regalo, la devuelvo. Y no me importa reconocerlo, han sido mis emociones y sentimientos, y expresarlos no es más que exteriorizarlos.

Empecé esta experiencia en el negro oscuro. Acompañada de un dolor insoportable por los puntos, y un inicio de lactancia que no ha tenido nada que ver con la imagen idílica de los bebés y sus mamás creando ese vínculo tan bonito que relatan.

Fue lo peor. Cada vez que abría la boca y se acercaba a mi pecho, mi reacción innata era apartarla. Qué dolor. Qué grietas. Qué pesadilla.

Pero semana a semana los dolores fueron disminuyendo hasta cesar por completo. Y ahora, después de tres meses puedo decir que la lactancia ya no duele, pero que no es un proceso innato, sino que hay que practicar, aprender y enseñar al bebé a agarrarse. Así que de idílico y bonito, nada de nada.

Pero además, dejando a un lado la parte física, pasemos a la emocional.

Un caos. Ese es el resumen inicial.

Los nervios por el desconocimiento, el mal carácter por el cansancio y el dolor, la poca paciencia por la falta de costumbre, la hipersensibilidad por el proceso hormonal, el rechazo por la superación de la situación en muchos momentos, la tristeza por anhelar mi vida anterior, el cambio en la relación de pareja, la rara sensación de mirarla y pensar que es mi hija y todavía no tenerlo en mi mente como tal...y todo a la vez acompañado de una ternura inefable, que poco a poco va desencadenando en amor. Pero es un proceso y necesita tiempo, o por lo menos en mi experiencia ha sido así.

De la noche a la mañana me apareció una compañera de viaje demandante y exigente. Un pequeño ser que me absorbe todo el tiempo, porque me necesita para alimentarse, para calmarse, para ser su chupete...pero no a mí como persona, sino a mi teta.

Alguien que me ha quitado mis noches placenteras de sueño, mis ratos para escribir o leer, mi organización del día a día para tener la casa limpia y recogida, mis salidas a desayunar, comer o cenar fuera, mi intimidad con mi compañero de viaje...y todo para pasar a un estado donde la sorpresa es la nueva inquilina; donde hacer planes no tiene sentido porque todo depende de ella y de cómo se encuentre; donde la filosofía de vida es “fluye con el momento y no tengas expectativas”; donde mi vida ha pasado a un segundo plano y ella es la protagonista principal de mi día a día, ya que si ella está bien, yo estoy bien, si ella está llorando o inquieta, yo no estoy tranquila...todo gira en torno a ella...y eso señores, necesita un período de adaptación porque es un sacrificio. Y amar, desde el principio, a ese ser que te ocasiona esta situación, para mí, es irreal.

Así que ahora que lo he vivido no me vendan más el cuento de que la maternidad es idílica y maravillosa porque tiene un lado oculto y oscuro como todo en la vida, el problema es que en esta sociedad, las personas, solo cuentan lo bonito de sus vidas, de ahí que las redes sociales tengan tanto éxito, carecemos de autenticidad. Personas que abran su vida y compartan su lado más oscuro, pero sin hacer un drama, por desgracia no abundan...pero ese fue el motivo por el que abrí este blog, así que no debería haberme extrañado toparme con la verdadera realidad en este inicio de la maternidad.

Pero a pesar de todo lo pasado, es curioso cómo la mente desvirtúa la realidad vivida para neutralizar todo lo negativo y desarrollar esta sensación de amor incondicional hacia un pequeño ser que solo lleva tres meses compartiendo viaje día y noche a mi lado.

Soy consciente de que nacemos para aprender, y de que baby Valentina ha venido para ser mi gran maestra. La primera lección ha sido recordarme que si vivo el presente todo está bien, que los planes no sirven de nada, porque la Vida ya los tiene hechos para mí, que estoy aquí para vivir aquello que se me presente, ya que todo lo que me suceda es porque estoy lista para vivirlo, sin más.