lunes, 21 de febrero de 2022

No me creas, experiméntalo

Estamos en un momento evolutivo. No sé cuál, pero estamos en pleno proceso de la evolución de la humanidad. En realidad igual que en cualquier otro instante de cualquier época anterior. 

Seguimos en el mismo juego emocional de siempre, pero en distinto espacio temporal. Nada más. 

Existen aquellos que resuenan en la energía de la lucha y la venganza, que incluso ven en el amor una vulnerabilidad y lo denigran denominándolo “buenismo” y están aquellos que ven en el Amor la energía más poderosa del Universo. He vibrado en ambas y sentí dónde estaba mi lugar.


No tenemos enemigos, sino hermanos perdidos. La transformación llega a través del amor, no de la lucha. Nadie tiene que pagar por nada, no estamos aquí para juzgar al prójimo, sino que podemos inspirarlos a través de nuestra experiencia acompañada de comprensión, compasión, paciencia y amor.


Existe un Plan Universal (o como quieras llamarlo) y al final todo está bien tal y como sucede, sino no es el final. Somos seres espirituales encarnados en cuerpos físicos y vibrando en esa energía de lucha, rencor y juicio alimentamos a la oscuridad y no vibramos en la luz…


Podría seguir y seguir dejando frases que me llegan, porque al final somos canales y herramientas del Universo, pero creo que ha quedado reflejada mi sensación. 


Puede que esté en un momento de mi vida donde soy consciente de que desde el amor y el perdón todo se transforma a nuestro alrededor, que somos energía y no necesitamos imponer o pelear para alimentarnos de la energía del prójimo, sino que podemos nutrirnos a través de la madre Tierra, que vibrar en la calma y la paz es el mayor acto revolucionario, y que todo aquel que necesite ayuda la pedirá o se buscará sus propias herramientas para que le ayuden, pero no se puede imponer ni obligar a nadie a subir a un “tren”, ni son mejores o peores por quedarse en el andén, sencillamente cada uno está en su momento evolutivo y todo está bien tal y como sucede.


Ahora imagínate una sociedad reconectada con su Ser, acompañada desde su infancia a desarrollar sus dones y talentos y no dirigidos por un sistema educativo (creado por la élite para su beneficio), aprendiendo a recargar su energía a través de las frecuencias y vibraciones de la naturaleza y sin necesidad de vivir desde el miedo porque desde pequeños viven teniendo presente que son seres espirituales encarnados en cuerpos físicos, que las herramientas para lidiar con el mundo son la compasión, la comprensión, la paciencia y el amor, que la energía del perdón es clave para seguir…


Puede que sea un flipada, puede ser…pero cada vez tengo más presente la sensación de que el camino no es la lucha, sino la inspiración (mostrar y compartir el poder del Amor y del Perdón a través de nuestra propia experiencia de vida) porque todo lo que sucede siento que es necesario para la propia evolución humana y venimos a aprender a amar, y no a cambiar nada.


Pero no me creas, transita tus propias experiencias, observa lo que el Universo te pone delante y en qué situaciones sientes ese bienestar de fondo que te hace bien, y no el placer instantáneo que vuelve a desnutrirte al cabo de un tiempo.

jueves, 10 de febrero de 2022

Tratémonos distinto

Cada vez soy más consciente de que la forma más sana de relacionarme cuando me invade la ira es a través del silencio.


He normalizado, a través de mi experiencia vivida, un tono de voz a la hora de intercambiar opiniones que dista mucho de la energía del amor y se acerca demasiado a la agresión.


Voy más allá, en realidad no intercambio opinión, sino que mi fin, aunque  sea inconscientemente, es imponer mi criterio. 


Me he dado cuenta de que mi forma de interactuar en una conversación acalorada y cargada de ira es queriendo exigir que mi opinión sea la relevante, y encima acompañándola de un tono de voz más elevado y una forma agresiva de someterles a mi verdad. En definitiva, cuando siento que tengo razón sale de forma automática esta energía que se nutre de la energía ajena. Si salgo victoriosa, yo me voy cargada energéticamente (de razón) y el otro se queda descargado de energía (sin razón).


Nos nutrimos de la energía de los demás de una forma descarada y aberrante.


Suena muy mal dicho así, pero es una forma de interactuar entre humanos demasiado normalizada y que se ejecuta día a día, puede que de forma inconsciente en muchas ocasiones.


Pero he dejado de verla y sentirla como algo normal. No es normal, no hace bien, y no quiero seguir por ahí.


Imagínate si lo vemos normal que el programa “Sálvame” (si no lo conocéis, buscadlo por internet) se basa en un show diario regido por esta agresiva forma de debatir e imponer los diferentes criterios sobre vidas ajenas. 


Lo más curioso de todo es que cuanto más estrecha es la relación y más confianza existe, peor nos tratamos. Justo ahí sale una versión de nosotros que en privado permitimos, pero en público evitamos, es decir, si supiésemos que nos ve alguien de fuera del círculo cercano en plena discusión, nos inundaría la vergüenza y nos haría sentir muy mal. 


Pues hasta aquí.


No me parece una forma sana de relacionarnos como sociedad. Ya no me gusta la sensación de quedarme nutrida por tener la razón a cambio de renunciar a mi calma interna. Siento cada vez con más intensidad que el camino, cuando empieza a hervirme la sangre y a subir mi nivel de ira, es el silencio. Siento que el juego no es dominar al prójimo sino a uno mismo. Estoy siendo consciente de que existen otras formas de relacionarnos donde, desde esa paz y esa calma interna, se puedan ofrecer opiniones diferentes sin querer creer o querer tener la razón, porque la finalidad no debe ser “ganar” sino tan solo ofrecer distintos puntos de vista. 


Salgamos de esa competitividad que tenemos integrada en vena. Es hora de darnos cuenta de que vivimos sometidos a una forma muy sutil de agresión diaria y que no es normal tratarnos así.


¿Y si es hora de comprobar qué sucedería en la sociedad si llegase esta generación de “blanditos” que tanto se está menospreciando y denigrando cuando en realidad puede que sea el salto evolutivo que necesitamos como seres humanos para volver a vibrar en el amor?


Con cada palabra que escribo mi Alma eriza mi piel y acelera mi pulso, y eso es mi evidencia de que el camino es por aquí, y justo ahora es mi momento para empezar a cambiar de dirección.



viernes, 4 de febrero de 2022

Volver a conectarnos

Estoy en un momento revelador. Seguramente siempre ha estado aquí, pero hasta ahora que le he puesto atención y mirada, para mí, no existía.


Al fin y al cabo, nada existe hasta que le otorgas presencia y se convierte en parte de tu presente. Pues eso es lo que estoy experimentando. 


No importa cuál sea tu camino para la reconexión con tu Ser, el proceso siempre se inicia de la misma manera, transitando esas famosas noches oscuras del Alma, que hasta hace poco no sabía ni de su existencia incluso habiéndolo experimentado en mi propio Ser.


La transformación parte del sufrimiento. Cuántas más personas comparten conmigo su interior y me permiten ser interlocutora válida de su experiencia, más peso adquiere esta afirmación.


A partir de ahí se inician tantos caminos como seres humanos. Ninguna experiencia es igual. Cada una es única y diferente igual que las Almas, y por ende sus trayectos.


El mío comenzó por aquel 2008 cuando empecé a dejar mis adicciones. Poco a poco sentí esa necesidad de ir conectando con mi entorno, y la naturaleza fue la clave para ello. Los famosos baños de bosque fueron parte de mi terapia, sin tener conocimiento de que eran una terapia en sí. Solo sentí que me recargaban de calma y tranquilidad y esa era mi necesidad mental.


Después me surgió ese impulso interior de conectar con mi cuerpo y así reconciliarme con él. La Reflexología podal y el Quiromasaje fueron las herramientas para aprender a integrar mi cuerpo como una herramienta valiosa para estar bien. Abandoné poco a poco todas esas creencias que tenía acerca del cuerpo y transmutaron en mirarlo como a una parte esencial para estar aquí y ahora, y no para formar parte de unos estándares de belleza artificiales.


Más adelante apareció el Reiki. Seguramente fue un instinto por conectarme con mi Ser, con mi energía, es decir, empecé a poner atención a la posibilidad de que existiera algo más que lo material.


Seguidamente apareció la terapia regresiva que fue mi herramienta clave para evidenciar que somos seres espirituales encarnados en cuerpos físicos y no al revés. 


Y a partir de ahí se han ido produciendo clics en mi mente de esos que transforman la mirada y no tienen retroceso. He puesto la vida en el centro de mi vida. Sigo en el proceso de desaprender mucho y aprender siempre, y he empezado a saborear la calma de fondo que aporta tener confianza en el Universo y su Plan de Vida.


Este ha sido mi camino, pero existen otros muchos para llegar a esa sensación inefable que te produce sentir que estás conectado a tu propio Ser y que ese susurro interno tiene más presencia ya que los gritos de los pensamientos. 


El fin es volver a conectarnos a nosotros mismos porque llevamos demasiados años dirigidos y viviendo de fuera hacia dentro, cuando lo que en realidad nos hace bien es vivir de dentro hacia fuera.