domingo, 29 de enero de 2017

Diario de una ex fumadora

El otro día me abrí en canal y expliqué una de mis adicciones...pues hoy voy a por la siguiente, pero no se crean que acabaré con esta, por suerte o desgracia, tenía más, y digo tenía puesto que las estoy dejando todas...sí, dejando...no olviden que los que hemos tenido adicciones, siempre estaremos dejándolas, y ese dato es importante, ya que el día que baje la guardia, puedo volver a caer, y de momento, les aseguro que no es mi intención.
Esto que les acabo de decir, alomejor les suena un poco extremo, pero en el fondo saben que es verdad, a pesar de creer tener controlada a la adicción, ¿cuántas personas han dejado de fumar durante años, y luego han vuelto? Estoy convencida de que alguna, si se lo paran a pensar, conocen...así que ahora se habrán dado cuenta, que no iba tan desencaminada, y las verdades duelen, pero son reales, y los adictos, siempre estaremos en gerundio, dejando...
En el mundo de los fumadores entré en casa de mis padres, en el baño de la planta de arriba y con un cigarro de mi padre, mientras ellos estaban en el comedor, haciendo la sobremesa...para que luego, señores padres, se pasen la vida diciendo que todo se empieza en la calle, con los amigos, porque ellos te incitan...ay, cuántas falsas creencias.
Supongo que me influenció, y con esto no quiero culpabilizar a nadie (ya que la culpa es una carga que nos ponemos cada uno de nosotros cuando en realidad no existe) el ver a mi padre fumar después de las comidas, le veía con un toque de seriedad, madurez, elegancia...es patético, lo sé, pero en mi generación en las películas se veía fumar, y se intentaba dar ese toque de clase, esa sensación de ser fumadores sociales...
No les voy a engañar, no me gustó nada, incluso me mareé un poco, fue una primera impresión nefasta, y eso es lo más curioso de esta adicción, la primera vez solo tiene efectos negativos, el sabor es repugnante, no proporciona nada, no altera tu estado y al terminar estás igual pero con la boca como un zapato...y aún así, continuamos entrando en la adicción, totalmente incomprensible.
Seguí fumando cigarrillos, y es curioso, una vez que te repugnan los primeros, luego ya te acostumbras e incluso le llegas a encontrar buen sabor y aroma.
He tenido la suerte o la desgracia de tener una madre con un olfato más desarrollado que un perro del FBI, así que antes de llegar a casa, compraba una bolsa de patatas de bolsa, para meter los dedos, y que se fuese el olor y el aliento...unas veces funcionaba y otras no, pero yo me iba más tranquila así, cosillas de la adolescencia.
Una vez siendo ya fumadora de tabaco, fue más fácil entrar a probar los porros, fumar ya sabía y por lo menos los porros me ofrecían un estado alterado, donde al principio abundaban las risas y los atracones de golosinas...la tienda de golosinas de nuestra plaza funcionaba gracias a que fumábamos porros, sino hubiese cerrado seguro, y esto es otra realidad.
Van pasando los años y los porros se hicieron mi principal fuente para fumar, solo fumaba tabaco cuando no podía fumar porros, es decir, eventos familiares, eran la forma de quitar el "mono" de fumar estando en presencia de familiares o personas con las que no podía consumir porros.
Dejé de fumar tabaco en varias ocasiones, solo fumaba porros, ya que el tabaco me parecía ridículo, no aportaba nada, gastaba dinero para que durase dos o tres minutos, y lo apagaba...y ¿cuál era mi sensación? La misma que antes de fumarlo, y ya esperando a encender el próximo, porque el tener un cigarro en la mano me daba cierta seguridad, cierta sensación de superioridad, en ciertas ocasiones me hacía sentirme más "malota", chula...pero siempre había momentos en los que no podía fumar porros, y volvía al tabaco...todo eran sensaciones falsas que alimentaban mi poca madurez, mi falta de autoestima, mi carencia de seguridad, enmascaraba mis momentos de aburrimiento, me animaba a hacer tareas siempre y cuando antes me fumase un cigarro...y así con un sinfín de situaciones que acompañadas de un cigarro, parecían diferentes. Como dije en el post anterior, estando dentro de la adicción ves la realidad distorsionada, nuestra mente o nuestro ego, nos domina enviándonos mensajes fraudulentos carentes de realidad.
Pasaron los años y apareció el tabaco de liar, qué gran invento, por lo menos para mí, ya que cualquier fumador hemos tenido la intención de dejar de fumar, y si encima combinamos porros y tabaco, siempre nos engañamos diciendo, dejo el tabaco pero los porros no, ya que vivir en esa burbuja que te hace estar todo el día bajo los efectos del hachis o la marihuana, aún lo complica todo más. Pero gracias al tabaco de liar conseguí engañar a mi mente, porque eso es lo que hice, engañar a una parte de mi cerebro que me dominaba, a través de enviarme visiones de cuando me fumaba un porro tranquilamente en el salón de casa, o fumando en la playa, o en el coche (porque antiguamente no habían controles antidrogas, ni se hablaba de no fumar porros mientras conducíamos) o en la terraza al sol...cada vez que pensaba en dejarlo, me venían imágenes de ese tipo a la mente, haciéndome pasar de la idea de dejarlo, y continuar consumiendo...Pero mis pensamientos seguían, quería vivir "sin aditivos", ya había dejado la cocaína, y en mi mente rondaba la idea de que quería vivir una vida sin estados alterados, sin añadidos, quería vivir la vida tal cual era, deseaba volver a experimentar la vida siendo yo misma desde fábrica, es decir, vivirlo todo a través de mí, sin añadidos que alterasen mi percepción, mi estado de ánimo...y gracias al tabaco de liar, me hacía realizar el proceso de liar igual que un porro, liaba cigarrillos sin añadirles nada, pero para mi mente, liaba, y así dejé de consumir porros, así de fácil y sencillo, sin más, no tuve efectos de "mono", al contrario que con la cocaína que sí que pasé momentos malos en mi habitación los primeros fines de semana, está vez nada, nada de nada...simplemente desperté de esa burbuja donde llevaba años viviendo y empecé a ver la vida tal cual era, comenzó un periodo de valorar cada día, aumentó mi autoestima, desapareció mi desgana de hacer cosas, simplemente me activé, fue como volver a recargarme de energía pura, limpia y llena de vida.
Así pasaron años, años en los que dejé el tabaco en varias ocasiones, una vez nueve meses llegué a estar sin fumar, y no por un embarazo, sino que simplemente salí de fiesta una noche y entre mojito y mojito, volví a fumarme cigarrito...y ahí volví a mi adicción. Así de simple, nueve meses sin fumar, luchando por no fumar, viendo cómo fumaban los demás y apeteciéndome un cigarro en muchas ocasiones, pero luchando contra ello, y una noche con dos mojitos, bajada de guardia y caída en picado, así de sencillo...
Hasta que un 30 de diciembre, con una bronquitis no muy severa, ya que tengo experiencia, y las he tenido peores y he fumado incluso saliendo del hospital después de ponerme una mascarilla de oxígeno, porque así somos los adictos, fumamos incluso sabiendo que nos mata, una parte del cerebro nos domina...pues así sin más, fumé una calada esa noche y me supo igual que la primera vez, repugnante, y el cerebro me hizo, clic, me llevó a ese primer cigarro, a todos esos pensamientos que he ido reproduciendo aquí, y tuve más claro que nunca que es una adicción ridícula, patética, que no aporta nada, no coloca, no altera el estado, apagas el cigarro y estás igual que cuando lo encendiste, con una pequeña gran diferencia, la boca tiene un sabor pésimo, desprende un aliento repugnante que ya ni percibimos, los dedos con los que cogemos el cigarro los tenemos amarillos, los dientes llenos de manchas por la parte interior delantera tanto de arriba como de abajo, perdemos gusto, olfato, dinero y sobretodo salud, ya que aunque pensemos que no pasa nada, como era mi caso, ahora que llevo casi cuatro años dejando de fumar soy consciente que he dejado de toser por las mañanas, de sacar mocosidad, mis bronquios han ganado y lo siento así, mis papilas gustativas sacan más sabor a los alimentos, mis dientes por la parte delantera interior ya no están manchados, mis dedos han recuperado su higiene y ha desaparecido ese tono amarillento, y sobretodo me siento libre, ya no he vuelto a sentir esa esclavitud que me acompañaba cada vez que se me acababa el tabaco, era domingo y no tenía dónde comprar...¿os suena?
Pues os aseguro que es fácil, que cuando haces algo y suena esa vocecita interna que te dice "tengo que dejarlo", simplemente has de hacer eso, dejarlo, porque no existe el mono físico, en esta adicción, es todo mental, y no permitas que tu mente te controle, usa esa fuerza de voluntad que todos poseemos, venimos a vivir y no paramos de matarnos e intoxicarnos...curioso, ¿no creéis?

domingo, 22 de enero de 2017

Diario de una ex drogadicta

Es curioso ver cómo una vez que sales de la adicción, sea cual sea, al cabo del tiempo tienes una perspectiva diferente sobre ella...

Me metí en el mundo de las drogas a los 19 años más o menos. Tenía un grupo de amistades y yo era, por aquel entonces, uno o dos años más joven que el resto. Ellos salían casi todos los fines de semana por la noche, pero a mí no me dejaban. Así que pasaba muchos fines de semana enfadada en casa y metida en mi habitación.

Por aquel entonces ya había probado los porros. Algo muy fácil a lo que acceder y sin ningún miedo a que me pasase nada malo. La idea que tenía era que era una droga blanda y no era algo peligroso, así que alguna que otra calada le iba dando a los porros, pero sin ninguna importancia...

La primera "raya" que me metí fue una tarde en casa de unos colegas. Le acompañé a "pillar" y la probé. Pero hasta ese día, hubo un proceso. Un tiempo de negación, de rechazo, de miedo a lo que me podía pasar... porque meterse algo por la nariz, ya era algo más serio. Y no voy a negar que algo de miedo tenía en ese instante, pero me autoconvencí influida por todo lo que iba escuchando a mi alrededor...por una raya no me iba a pasar nada. Y acabé metiéndome mi primera raya. Ese día, por primera vez sentí esa sensación de picor por la nariz, ese amargor que atraviesa la garganta, y esa sensación como de "bienestar" al cabo del rato. El miedo se desvaneció. Aprendí que por meterme una raya, no me pasaba nada malo. Ese fue mi gran error.

Los siguientes años de adolescencia me los pasé saliendo de fiesta a discotecas, probando el speed, el éxtasis, el LSD, las setas alucinógenas...

Para salir de fiesta, en mi época y en mi rollo, no se llevaba la cocaína, todavía. Había una palabra que siempre nos acompañaba, "salimos, pero controlando". Ese miedo a que me diese un "chungo", me acompañaba. Medía mis dosis. Conocía mi cuerpo. Prefería quedarme corta a pasarme, por lo que siempre, aunque suene extraño, me drogué en pequeñas dosis, sin perder el control de mi cuerpo, ni de la noche.

La única noche que no recuerdo en toda mi vida, no fue con drogas duras, sino con alcohol. Algo no tan mal visto por la sociedad, pero que fue lo único que consiguió que yo perdiese el control de mi cuerpo.

Así pasaron uno o dos años. Con unos 22 años las discotecas no existían en mi vida. Una parte de mis colegas se iban de fiesta, pero otros empezamos a quedarnos por el barrio. Íbamos "apatrullando la ciudad" en el coche de algún colega, a sitios típicos donde la juventud iba los fines de semana para salir del centro del barrio y estar alejados. Lo que queríamos era estar solos y tranquilos para poder fumar porros y consumir cocaína. O sino nos quedábamos en casas de colegas que se quedaban solos los fines de semana. El plan, ver películas, jugar a algún juego, hablar...pero siempre con nuestros gramos de cocaína encima de la mesa, porque aunque en ese momento no éramos conscientes, todo lo demás no tenía la más mínima importancia, lo único imprescindible de la noche era ella, la cocaína.

Fuí cumpliendo años. Me independicé, y mi pareja era un colega de siempre, por lo que nos fuimos a vivir los tres, él, la cocaína y yo.

Mi adicción siempre ha sido de fines de semana y días de fiesta. De lunes a jueves mi vida era normal, pero al llegar el viernes, ella pasaba a ser la actriz principal, y si no la conseguíamos, el viernes por la noche pasaba a ser una noche perdida, acababa en la cama y de mal rollo...pocas veces sucedió.

Poco a poco fui, inconscientemente. creándome la adicción cada vez más fuerte. Si tuviese que explicar cómo fue, no sabría decir el punto de inflexión. Es sencillamente consumir, consumir, consumir...y quedarte atrapada en la adicción. Ese instante sucede cuando el mal rollo porque se acaba el gramo supera al disfrute de consumir.

Mi relación  de pareja fue desastrosa. Nuestro único punto en común era la droga, por lo demás no conectábamos en nada. Dos colegas de toda la vida totalmente opuestos viviendo una vida en la que trabajábamos, y cuando teníamos tiempo libre, los fines de semana, consumíamos y creíamos que estábamos felices el uno junto al otro. Después de ocho años limpia, y desde la distancia tengo muy claro que fue así.

Todo acabó una noche, llevábamos tiempo durmiendo en habitaciones separadas, y haciendo cada uno su vida. Él saliendo con los colegas del barrio y yo en casa consumiendo sola. Yo no sabía hacer otra cosa al llegar el viernes noche...pero esa noche sucedió algo diferente. Me vino un pensamiento, una orden que salió desde lo más profundo de mi ser, y me dijo: "Cristina, ¿qué estás haciendo con tu vida?" Fue como si alguien me quitase una venda de los ojos y me hiciese observar que la vida no es eso. Que vivir es disfrutar de cada pequeño detalle del día a día. Que eso que estaba haciendo era vivir algo irreal, una vida rodeada de colegas unidos por la droga, no por el amor de amigos. Que mi relación era desastrosa. Que ver una película, estar con colegas o incluso ir a cenar los fines de semana, no tenían ninguna importancia si quitabas a la actriz, la cocaína. Que la única que era vital era ella. Que todo lo demás era un escenario que no valía para nada...pero que podía volver a coger las riendas de mi vida y empezar a vivir como cuando era pequeña. Esa era mi única referencia. Viviendo el día a día tal cual venía, disfrutando de las pequeñas cosas como era irme a dormir un viernes más tarde porque al día siguiente no había colegio, leerme un libro y disfrutar de él, salir a pasear y disfrutar del paseo...es decir, vivir la realidad del día a día sin aditivos. La vida tal cual es, ya por ser, es maravillosa. Y mi vida no pasaría a ser aburrida o de "puretas", como había escuchado a mi alrededor durante años.

Claro que existen momentos negativos o dolorosos, pero para conocer y valorar los buenos momentos hemos de conocer los malos.

Esa noche fue la última. Al día siguiente cogí una maleta y a la perra, y me fui a casa de mis padres. Para salir de algo así, sabía que tenía que romper con todo y aislarme, porque sino es imposible dejar una adicción.

Me fui a vivir con mis padres. Durante un tiempo solo salía para sacar a la perra tres veces al día, y empecé a vivir los fines de semana de día, es decir, salía de paseo con la perra por las mañanas, y me quedaba en casa o salía con mis padres por las tardes, pero por las noches cenaba y me iba a la cama. Fácil no fue. Tuve tentaciones de llamar, salir y consumir...pero sabía que al día siguiente me sentiría fatal, y todo volvería a empezar, así que cerraba los ojos e intentaba dormir. Al principio fue duro, pero cada fin de semana era más fácil.

Rompí con todas las amistades. Me quedé sola. Prefería la soledad real que la compañía irreal. Eso lo tuve siempre muy claro.

Poco a poco me fui haciendo más fuerte interiormente, y empecé a salir. Volví a quedar con los colegas de siempre. Ellos consumían. Yo no. Pero como era de esperar llegó un momento en que ya no encajaba. No nos unía nada. El único punto de unión todos esos años fue la droga.
Así que empecé a salir con compañeros de trabajo, a mi vida fueron llegando otro tipo de personas muy diferentes y afines a mí, en ese momento de mi vida. 

La vida te rodea de las personas con la que tu vibración resuena. Tengo mis evidencias para afirmarlo.

Desde esa noche de Septiembre del 2008 no he vuelto a consumir nada, e incluso a día de hoy ya no fumo ni tabaco.

He aprendido a través de mi propio recorrido que entrar en ese mundo es muy fácil, y que salir SE PUEDE. Con mucha fuerza de voluntad y rotundidad. Pero también tengo claro que salí porque algo en mi interior me hizo reaccionar, y me habló alto y claro...sino a día de hoy, no sé si seguiría viajando en este maravilloso viaje llamado VIDA.

lunes, 16 de enero de 2017

Mi estado civil...felizmente casada ❤

En entradas anteriores comenté mi idea de casarme de una forma sencilla, natural, íntima y sobretodo sin hacer negocio de algo tan sencillo como un trámite dentro de una sociedad, porque si no repercutiese para nada dentro de las leyes del sistema...¿quién y para qué nos casaríamos?
Desde hace unos años he asistido a bodas, y según ha ido pasando el tiempo cada vez ha sido más descarado el negocio de los novios, incluso llegando a dar una invitación con un número de cuenta para hacer el ingreso correspondiente, o una lista de regalos...y si a eso le sumamos que en muchas ocasiones son los padres los que se hacen cargo del gasto que genera la boda...ya negocio redondo, piso amueblado y viaje de luna de miel pagado.
Así que nosotros lo teníamos claro, casarnos nos beneficia dentro del sistema en el que vivimos, y eso lo aceptamos, pero nuestra boda iba a ser algo natural y sencilla, porque a día de hoy nuestra economía no nos permite hacer un evento con invitados, no íbamos a permitir que nuestros padres cargasen con ese gasto, ni queríamos comprometer a nadie para hacer regalo, comprarse vestido o traje, desplazarse y tener un gasto extra, porque nosotros nos incluímos en ese porcentaje de la sociedad en el que cada vez que alguien nos invita a una boda, más que una ilusión, es una faena.
Además estamos en el s.XXI y seguimos casándonos por la iglesia y de blanco, cuando la mayoría no pisan la iglesia durante todo el año y mucho menos van vírgenes al matrimonio para ir de blanco, porque ese era el significado de esa ceremonia, eran otros tiempos, otras tradiciones...pero seguimos anclados en ceremonias totalmente obsoletas, y se mantienen exclusivamente porque van acompañadas de beneficio económico, porque esa es la única realidad...ya que yo les pregunto, si ningún invitado hiciese aportación económica, los padres no se hiciesen cargo de pagar la boda y para los novios fuese únicamente un día para celebrar su amor e invitar a una comida o una cena a todos los seres queridos...¿cuántas bodas se realizarían al año en España? ni una cuarta parte de las bodas que se hacen a día de hoy, y ninguna con invitados a los que no ves desde hace mucho, pero parece que "toca" invitarles, porque son familia.
Así que el 30 de diciembre fue nuestro día, un día en el que a pesar de que algunos seres queridos no lo acabaron de entender, nos casamos, y lo hicimos en la más absoluta intimidad, donde los personajes principales fuimos nosotros, rodeados de dos testigos que aparecieron espontáneamente, demostrándonos así su sincera voluntad de formar parte de nuestro sello de amor.
Así que solo me queda dejar constancia de que nuestra decisión fue basándonos en nuestras emociones y sensaciones, intentando normalizar un día más dentro de nuestro viaje compartido, porque yo no nací para hacer feliz a nadie, nací para experimentar mi propio viaje y desde hace unos años lo hago escuchando mi interior, y actúo de dentro hacia fuera, ya que descubrí que así no tiene cabida la culpa, el remordimiento, ni todas aquellas emociones que nos dominan en muchas ocasiones por no seguir a nuestro interior.
¿Qué cuál es mi estado? Felizmente casada con mi compañero de viaje, que es un ser extraordinario con el que espero compartir tanto los buenos como los malos momentos de este viaje tan maravilloso que es la vida.


miércoles, 4 de enero de 2017

Vivo teniendo fe...¿y?

Ha empezado un nuevo año, y con la entrada del año siempre deseas buenas noticias, buenos propósitos...pero este año ha sido diferente.
Este año 2017 ha empezado con la noticia de fallecimientos, pero a día de hoy, no considero que hayan sido noticias que han llegado en un momento que no tocaba, porque todo sucede cuando debe ser, a pesar de que nosotros lo juzguemos y consideremos que no era el momento...créanme, todo sucede cuando sucede y si consideramos que no es el momento, es un juicio personal, sin más.
A estas alturas, aún teniendo conocimiento de que la muerte no es el final, una pérdida a nivel físico no deja de ser dolorosa, y el nivel de dolor lo estipula la cercanía de ese ser, ya que el duelo existe y es natural, porque pasamos a vivir una nueva etapa donde dejamos de compartir el viaje con ese ser a nivel físico, dejamos de poder abrazarle, besarle, tocarle...y eso hay que aceptarlo, y para aceptarlo es necesario pasar ese tiempo de duelo que para cada uno es diferente, y ninguno mejor ni peor.
Nuestro dolor también se mide en base a si ese ser era joven o mayor, tenía buena salud o estaba enferma, porque tenemos la costumbre de juzgar y juzgar y volver a juzgar...y yo no dejo de cuestionarme esto: ¿qué derecho tenemos nosotros de valorar la muerte de alguien dependiendo de nuestro propio juicio?
Todas las muertes son pérdidas a nivel físico de un ser, todas suceden en el momento que esa fuerza o energía superior o dios, o como cada uno quiera llamarle, lo dicta...y nosotros nos otorgamos el poder de juzgar si es justo o no...pues discúlpenme pero a día de hoy me bajo de este vagón del juicio gratuito, y me subo al vagón de la aceptación y de la fe, porque realmente no tengo muchas evidencias para creer que la muerte no es el fin, pero la diferencia entre creer y no es mi tranquilidad y mi actitud ante la muerte, y prefiero mi estado creyendo, que mi estado siendo escéptica a todo.
Ayer cuando recibí la noticia del fallecimiento de mi tía sentí pena y tristeza, porque a pesar de no tener mucha relación y formar parte de una familia desapegada a nivel físico, a nivel emocional siento que estamos conectados, o por lo menos yo lo siento así, ya que yo aquí solo puedo aportar mis emociones y mis sensaciones, y no la de los demás.
En este momento de mi experiencia, y todo gracias a mi aprendizaje en terapia regresiva, he llegado al punto de sentir amor por cada uno de los miembros de mi familia, de aceptar a cada uno tal y como es, de perdonar a cada uno por todo aquello, que desde mi juicio, me ha causado daño y de devolverles a cada uno de ellos la energía que yo les he podido robar consciente o inconscientemente en algún momento.
Soy consciente que si este fallecimiento sucede en otro momento, no hubiese sentido ninguna emoción ni sensación al respecto, ya que hubiese pensado que no tenía ninguna relación con ella, que nunca nos hemos sentado a tener ninguna conversación, no hemos compartido ni felicidad ni tristeza, porque solo tengo recuerdos de veranos cuando era pequeña y coincidíamos en el pueblo, o íbamos alguna noche buena a su casa después de cenar...pero a día de hoy no pienso, no intento valorar la relación vivida, sino que cierro los ojos y siento que un ser que ha formado parte de mi familia ha desencarnado, ha finalizado su experiencia de vida, y rezo por ella para que pueda ver la luz y seguir su evolución.
Ahora lo único que intento hacer ante una muerte es dejarla ir, rezarle para que encuentre la luz y que siga su camino, porque quiero creer que su viaje continúa y que aquí ha terminado su trabajo...y con esta forma de pensar y mi fe no hago daño a nadie, me ayuda a aceptar la muerte y a afrontarla de una forma diferente a lo que me ha enseñado la sociedad hasta ahora, e igual que yo he decidido, ustedes tienen la opción de elegir la forma de ver la vida: creyendo que los milagros no existen o creyendo que todo es un milagro.