lunes, 4 de julio de 2022

Con el corazón despierto

Vivimos en un sistema capitalista creado por unos cuantos que acumulan riqueza sin necesitarla, solo por tener, tener y tener.


Una de sus creaciones fue la pobreza. Es su mayor invento y sustento.


Todos nos aprovechamos de este engranaje que mueve al sistema, donde nos la pelan los demás y nos importa una mierda todo aquello que sabemos que sucede, siempre y cuando nos pille lejos. Que les den.


Somos una sociedad podrida por dentro pero brillando por fuera. Consumiendo sin parar gracias a que los productos se hacen en lugares remotos lucrándonos todos de sus escaseces y ofreciéndoles a cambio limosnas, creyéndonos encima, desde nuestra humildad europea, que somos sus salvadores, para que así continúe aumentando la riqueza de la élite.


Me asombra ver cómo se felicita y aplaude a grandes empresarios, futbolistas o marcas que donan. Sí, donan limosnas en comparación con sus pertenencias, y lo siento, pero el bien se hace en silencio, sino sencillamente es alimentar ese gran ego que les dirige o dar una imagen “blanca” por algún interés que realmente nunca llegaremos a saber.


Farmacéuticas paralizando información para luego crear sus propias pastillas, vacunas, o medicamentos en general. En definitiva, lo importante no es estar sano, sino que la salud sea un producto donde se consigan beneficios económicos.


El día que nos demos cuenta de verdad que nuestro bienestar ficticio es la droga que nos dan para seguir alimentando este engranaje, ese día puede que esta sociedad empiece a transformarse.


No olvidemos la política. Porque seas del partido que seas, solo votas a unos títeres que dan la cara, pero detrás de ellos están los que manejan los hilos. Ese 1% que en realidad no prioriza tu bienestar, deja de engañarte. Ellos tienen la solución de todo, pero simplemente no les interesa.


Por ejemplo. No les interesa una infancia cuidada y acompañada porque te has creído ese marketing barato donde prioriza el desarrollo personal a través de tu promoción laboral. Qué casualidad que justo en esos años se forme tu cerebro y se construyan los cimientos internos que dirigirán automáticamente tu desarrollo personal. 


Pero claro, recuerda que tus traumas y carencias emocionales son el motor del consumismo, así que fomentemos y normalicemos romper vínculos con la figura de apego a los 4 meses. Denigremos acompañar los ritmos y necesidades de la etapa de crianza que dura hasta mínimo los 6 y oye, para darle más fuerza empecemos a ridiculizarlo con “la generación de blanditos”, porque miremos las anteriores lo “bien” que están, irónicamente hablando, gracias a que si llorabas te repetían que no se llora por eso, o si te caías automáticamente te saltaban con “no pasa nada, va”, o te amenazaban con darte un bofetón, o normalizaron tratarlos con gritos y faltas de respeto…en fin, una generación que ha normalizado lo que no es normal y a día de hoy siguen siendo los que continúan el árbol genealógico de la misma forma hasta que llegue alguien a sanar toda esa cadena de carencias de amor. Porque en algún momento, llegará…siempre llega.


Nos hemos convertido en una sociedad donde el postureo ha llegado incluso a la palabra pobreza. Ahora en lugar de que abunde por  fuera está escondida en el interior de la mayoría de la población, porque ha transmutado a pobreza interna cargada de vacío emocional.


No me creáis, tan solo observad y empezad  a dudar, aunque sea un poco, porque justo ahí se abre un nuevo trayecto donde saldréis de la polarización a la que estáis sometidos inconscientemente. 


No tenemos que estar de acuerdo en todo, pero sí tenemos que unirnos hacia el derecho de ser libres y salvajes, que sea el amor la energía que nos mueva y sea con el corazón despierto desde donde comencemos a relacionarnos.


Sigamos…