lunes, 2 de diciembre de 2019

Hasta aquí

Hasta aquí. Estas dos palabras se usan en terapia regresiva una vez que el paciente ha contactado con una emoción y gracias a ella ha desarrollado parte de la experiencia que su Alma necesita revivir porque estaba inacabada.

Y estas dos palabras son mi punto y aparte, no final, para despedirme de este blog con el que durante cuatro años de mi vida he ido dejando reflejadas mis dudas, mis emociones, mis sensaciones y todas las reflexiones que necesitaba soltar y sacar.

La maternidad me tiene centrada en la crianza de babyValentina y el poco tiempo que dispongo lo uso para reflexionar de forma breve en Instagram o Facebook, pero de momento, no dispongo de todo el tiempo que me gustaría para mí, para escucharme, para dedicarme y por ello, para este blog.

Ahora estoy en ese momento donde todo el conocimiento adquirido e integrado en mi percepción de mi experiencia de Vida, van a ser los cimientos del día a día de Valentina.

Le mostraremos el mundo con nuestra peculiar forma de observarlo...luego ella con sus propias evidencias tendrá su propia Verdad, pero conocerá nuestra Verdad, a pesar de ser diferente a la mayoría.

En casa aprenderá con nuestro ejemplo, de eso somos conscientes...y por eso para ella será normal despertarse dando las Gracias al Universo por ofrecerle el regalo de un día más; la muerte no será un tabú, porque aquí la vivimos como una etapa más de la Vida, somos muy conscientes de que fallece el cuerpo físico, no el Alma, pero la pérdida es la pérdida y la etapa de duelo es natural y necesaria; escuchará que el ciclo de la Vida no empieza en el nacimiento y acaba en la Muerte, le hablaremos según vayan apareciendo sus dudas, ya que ellas son las que le harán avanzar; si tiene amigos invisibles, les daremos voz y les escucharemos; sus miedos estarán fundados por el desconocimiento, e intentaremos solventar las dudas adentrándonos en ellos, porque cuando transitamos por experiencias ya conocidas, el miedo no tiene cabida; sabrá que existen dos grupos de personas, los de “ver para creer” y los de “creer para ver”, y que normalmente el primer grupo se pasa al segundo cuando tiene alguna experiencia inefable y nosotros, por supuesto, le contaremos las nuestras o este blog será el encargado de hacerlo; pero sobretodo verá que las energías en casa se cuidan y formarán parte de su día a día, por eso protegerse será algo natural.

Ahora empieza mi trayecto donde todo lo interiorizado será el ejemplo para ella...y seguiré escribiendo cuando el tiempo para mí vuelva a existir. Sé que así será.

Pero quería dedicar una entrada para este “hasta luego”, porque me gusta irme con la sensación de dejar bien cerrados los ciclos.

Tengo la sensación de que si el mundo empezase a ocuparse más en responder a las tres preguntas, que existen desde Platón y Sócrates, de quién soy, de dónde vengo y a dónde voy en lugar de enfocar tanto la energía en el exterior...se empezaría el verdadero cambio...pero yo no he venido a cambiar el mundo, ni mi ego se lo cree...pero sí que soy consciente de que mi Luz sirve para alumbrar a mi alrededor, y que siempre estamos aquí para algo, y querer saber por qué no es ni necesario.

Así que hasta aquí llegan mis entradas de momento, ahora mi energía está enfocada en la crianza de Valentina y no quiero que se convierta en un blog sobre maternidad, así que cuando lo sienta volveré, porque mi viaje continúa y todo sigue.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Vecinos para olvidar, y aprender.

Tengo 38 años, 3 viviendas diferentes a mis espaldas y por lo tanto he topado con muchos vecinos...todos estupendos, excepto dos casos que voy a desgranar.

Me resulta curioso que solo se escuche, en esta sociedad, que la juventud de estos tiempos carece de valores y respeto...pues ya es hora de que se hable un poco también de estas generaciones pasadas que ahora están en plena jubilación y se creen que por tener edad pueden vacilar, faltar el respeto e incluso creerse que porque somos jóvenes pueden hacer lo que les dé la gana con las lindes de los terrenos.

He vivido en un piso, y dos casas diferentes.

Una a los 4 vientos lindando con el vecino solo con un muro...pero era tan curioso, que se creía que vivir en una urbanización era vivir en el pueblo...y como casi todos los jubilados, tenía huerto, y admirable además...pero también tenía sueltos conejos, faisanes, gallinas, gallos e incluso tuvo cerdos.

Apaga y vámonos...que vivimos en una urbanización, no en un zoo.

Pero me amoldé a vivir así, nunca le dije nada, y soporté incluso olores (porque además no era demasiado limpio con la higiene de los animales, y tenía a la lluvia contratada como encargada de limpiar de vez en cuando).

Hasta que pasados los años, los conejos después de hacer miles de madrigueras, fueron los responsables de dejar el terreno con las características perfectas para ser arrastrado por el agua y caer contra mi muro, y con ello ceder mi vallado.

Y como suele pasar con este tipo de personajes, que se aprovechan porque somos jóvenes y creen que como toda la vida se ha hecho así, todo sigue como antes, y nosotros no nos enteramos de nada...tuvo la cara dura de decirme que mi vallado siempre había estado así y no era culpa suya...sí, sí...esa fue su reacción...y encima sé que fue mi responsabilidad, ya que mis padres, por ejemplo, no lo hubiesen permitido, y puede que él no hubiese actuado con tanta libertad.

Así que después de discutir y acabar como el rosario de la Aurora, dejándome como la “mala” de la película encima, tuve que ir al Ayuntamiento a poner una instancia...y así, el señor tuvo que cercar todos sus animales...porque señores, por muy núcleo zoológico que tengan del año del Rococó, ahora viven en urbanizaciones y las normas evolucionan igual que las personas...bueno, en realidad, muchas siguen viviendo en la Prehistoria, pero camuflados con sus Mercedes y sus chalets.

Como estos últimos.

Esta vez en chalets adosados, donde incluso les oigo si hacen pipí...sí, sí...no es broma, se oye porque el arquitecto que fue un genio en su facultad seguro, adosó los chalets por los baños en lugar de por los garajes.

Otros jubilados con huerto. Pero estos sin animales, puede que sea porque no los necesitan...se tienen mutuamente.

Nuestra relación empezó poniéndonos verde a todo el alrededor...así que pensamos, madre mía, vaya gente que habrá por aquí.

Después, nos pidieron que les regásemos el huerto, así ellos no tenían que venir tanto, porque este chalet es segunda vivienda...y nosotros aceptamos...sí, somos de buenos, tontitos...qué le vamos a hacer...estamos aprendiendo.

Después nos pidieron la clave del wifi, porque para el fin de semana no iban a ponerse ellos internet, así veían los toros pirateados gracias a nuestro router...y aceptamos...aunque pensamos que vaya cara más dura, pero no les dijimos nada, porque con la edad que tienen, ya son mayorcitos para saber lo que es aprovecharse de alguien.

De vez en cuando nos daban alguna lechuga, tomate, puerros, calabacín...e incluso nos trajeron unas anchoas...qué señores mayores más majos oye...lobos con piel de cordero.

Un día no pudimos hacerles un favor, dijimos “no” por primera vez...y nos dejaron de hablar...así que después de sentirnos los más tontos del pueblo, les dimos sus llaves, empezaron a regarse y cambiamos la clave del wifi.

Y poco a poco empezaron a cargar contra nuestro vallado con la tierra que año tras año ponen para que su huerto salga divino.

Son como los americanos con el alumbrado de Navidad, pero estos con el huerto. Ellos compiten para ser los que tienen el huerto más bonito. Ya lo pusieron de escaparate hacia la calle para eso.

Plantan un rosal, pero las raíces en nuestro terreno...supongo que será para tener ellos más espacio en el suyo, porque sino no lo comprendo, ni le encuentro ninguna justificación, la verdad.

Y ponen unas baldosas contra el vallado para que no les salga hierba a ellos en ese trozo, y a nosotros que nos la pique un pollo...la raíz de la hierba en su lado, pero la baldosa le obliga a crecer para el nuestro...claro que sí, guapi.

Pero que puedes esperar de un señor que le saca el polvo a las hojas de las lechugas? Y lo digo en serio. No es broma. Cada día repasa planta por planta, hoja por hoja, flor por flor...

Normal que en invierno vivan tan aletargados...se les acaba su única actividad, admirar su creación. Son como Dios con el mundo...pero ellos con un huerto de 20m2, si llega.

Si llegan a tener el huerto del resto de vecinos que son campos enteros...el hombre tomaría Tranquimazin porque se estresaría yendo de hoja a hoja.

Y atención, que mientras él se encarga del huerto, ella con su Vileda quita el polvo del vallado exterior...porque señores el polvo de las rejas de la calle se quita semanalmente, y yo con 38 años y sin saberlo, qué desastre de juventud.

Ademas viviendo en una comunidad de varios chalets, se creen que, como los catalanes independentistas, pueden tomar las decisiones sin tener en cuenta al resto...pero claro, son vascos en Cantabria...y eso es algo diferente a ser vascos en Bilbao...otro día me explicaré...porque da para un post entero también.

Y no sigo porque ya me he relajado.

Emociones expresadas, emociones superadas...así que me desahogo por aquí, y dreno emociones escribiendo, que a mí me sirve igual.

Solo me queda deciros por aquí, porque es mi necesidad y decíroslo a vosotros sirve igual que hacerlo por aquí...absolutamente nada...que gracias por cantarnos hoy “Agur, agur”, y reíros de nosotros con esa vacilada...que no os hemos dicho nunca nada, porque sois mayores y la educación no queremos perderla con clases de gente como vosotros...pero sí que me entristecería llegar a esa edad sin haber evolucionado nada en absoluto...qué pena, qué desperdicio de experiencia de vida.

Ah! Aquí venimos a dejar huella al desencarnar...pero el Mercedes, el chalet y el dinero no sirven de nada para ello...y de momento, la huella que dejáis aquí después tantos años es bastante oscura, no hablan muy bien de vosotros en ningún sitio...pero tranquilos que aún estáis a tiempo de aprender un poco de esta juventud que en solo 4 años ha hecho del pueblo su hogar y de su gente su Tribu.



viernes, 6 de septiembre de 2019

No necesitamos ni la mitad

Que mi vida ha dado un giro con la presencia de Valentina es algo palpable incluso en las entradas de este blog.

Mi mente, mi percepción de la sociedad, mis prioridades, mis creencias, e incluso, mis valores se han visto afectados.

Ahora me parece que casi todo lo que antes era casi vital, roza lo ridículo.

Estamos en plena mudanza y me avergüenzo de mí misma...en qué momento he caído tan sutilmente en las redes del consumismo de la moda...me parece aberrante la cantidad de zapatos, deportivas y ropa en general que he consumido...nos mudamos de una casa a un piso, y me ha servido para ser consciente de que me sobra casi todo, que no necesito casi nada y que de todo lo que tengo uso menos de la mitad.

Tengo ropa para vestirme sin poner lavadoras en un mes...o más...pero no la tengo de ahora, sino que mucha de ella me acompaña desde hace años...así que o ahorro en agua y empiezo a utilizar todas las prendas, o lavando es imposible usarlo todo...porque además, para más ridiculez, siempre acabo comprando alguna prenda suelta.

Pero lo más gracioso, es que nunca me he cuestionado ni he visto el asunto como ahora lo percibo...qué curiosa la mente humana oye.

Y lo más asombroso, es que hace cuatro años hicimos otra mudanza y no fui consciente de esta percepción, al contrario, mi mente quiso que una habitación fuese vestidor y así lo organizamos...pero ahora me parece absurda esa decisión.

Sigo siendo yo, pero en otro momento, en otra etapa y otra versión de mí misma.

No sé cuántas versiones me quedan por descubrir...pero en realidad eso es lo maravilloso de la vida, que pasamos por diferentes etapas donde realizamos acciones que luego no resuenan con nuestro yo actual, para terminar aceptándonos en todos nuestros perfiles, ya que es la clave para seguir viajando en el trayecto de Vida sin cargas emocionales excesivas.

Así que pronto empieza una nueva etapa, en un nuevo lugar...y este cambio me va a servir para desprenderme de todo aquello que en realidad solo ha formado parte de la corriente consumista de esta sociedad, pero eso no quita que no me desprenderé de nada sin antes agradecer el tiempo compartido y la utilidad que me ha prestado.

Ahora siento que se inicia un tiempo donde menos es más, y no porque el minimalismo esté de moda, sino porque si miro atrás mi vida siempre ha sido así...y no sé cuándo ni cómo he caído en este fango de la moda donde todo es consumir desenfrenadamente...puede que mi vacío interior se llenaba de ello, creyendo que era lo normal, lo que hace la mayoría e incluso siguiendo esa costumbre como casi vital para vivir en esta sociedad...y puede que la llegada de Valentina me haya transformado mucho más de lo que yo todavía soy consciente.

Seguiré escuchándome, continuaré observándome y sobretodo voy a empezar a disfrutar del vacío exterior...qué sensación más maravillosa esta de que todo sobra...estoy deseando averiguar dónde me llevará todo esto.

Las palabras naturalidad, desapego, sencillez, austeridad...son palabras que cada vez me resuenan más.

No sé hacia dónde me llevarán todas estas emociones que desde que salí de la gran ciudad y me vine al pulmón verde ya empezaron a mover los engranajes de mi interior...pero ahora con la presencia de Valentina y todos los cambios que se nos presentan, cada vez más, todo va fluyendo hacia esta sensación de que no necesitamos ni la mitad de todo lo que tenemos.

Puede ser que una vez que sientes esta plenitud interior te apetece vivir acompañada del vacío exterior? No lo sé...pero sí que me apetece vivir diferente, y con este cambio de vivienda el Universo me está dando la oportunidad.

Así que toca desprenderme de mucho, mover energías y que todo fluya...porque al final todo está regido por las energías, y el estancamiento, de tanto guardar, acaba oliendo a naftalina.

sábado, 24 de agosto de 2019

Nueve meses después...

Ya han pasado más de nueve meses.

Nueve meses donde el tiempo parece que haya corrido a una velocidad muy diferente a cuando estaba embarazada. Ahora el tiempo va en sexta y revolucionado.

Pero incluso a esta velocidad soy capaz de analizarme y mirarme...y eso es gracias a todos los años que llevo trabajándome.

No hay viaje más enriquecedor que hacia el interior. Hace mucho que lo empecé, y el camino recorrido juega a mi favor, puesto que me permite atenderme incluso rodeada de ruido.

Me ha costado adaptarme a esta etapa de maternidad y ahora sé que es porque he perdido privilegios...y eso siempre cuesta.

Privilegios para mí, porque soy de esas personas que ven la soledad como una maestra, que le fascinan los conciertos de silencio, que para tener compañía tenía perros, que no soporta tener demasiada vida social, que disfruta más leyendo que escuchando la vida ajena...y desde la llegada de Valentina todo esto se ha desvanecido.

Ahora vivo acompañada las 24 horas del día, y para alguien como yo...eso no suma.

Ser consciente de esto ha sido totalmente revelador, ya que siendo tan analítica, para mí, es vital comprender todo lo que me sucede o siento...y a pesar de ser algo que puede resultar muy visible, yo no he sido capaz de verlo con claridad y expresarlo hasta ahora.

Y como todo en la vida, una vez que lo expresas, empiezas a sanarlo...

Por eso la maternidad, para mí, está sobrevalorada...porque mi forma de vivir es bastante atípica. Soy de barro y silencio, mientras que la mayoría son de plástico y ruido.

Con todo esto no quiero que parezca que que ser madre solo resta...sino que para una persona como yo, este cambio supone un aprendizaje extra...ya que siempre es más difícil perder privilegios que ganarlos.

Para todas aquellas que ser madre era una meta, o que les encante la vida social, o que tener a alguien a quien cuidar y las necesite las haga sentirse realizadas, o sentirse queridas sea una necesidad debe de ser muy distinta la maternidad.

Pero como yo, seguro que hay más, porque todo lo que sentimos ya lo ha sentido alguien alguna vez...pero parece que echar de menos tu vida anterior o que te cueste aceptar esta nueva etapa no se puede decir, porque la maternidad tiene que ser algo maravilloso y bonito y reconocer que es una pérdida total de privilegios está casi prohibido.

Pues no.

El papel de madre, hasta ahora, es un coñazo y punto. A mí el de hija me gustaba más. No dormir es duro. La lactancia materna es puro sacrificio...y verlo como un momento de conexión privado entre madre e hija es simplemente una percepción personal para quien lo vea así...para mí es darle alimento, consuelo, cobijo y todo lo que necesite, pero para ella...yo no saco nada por darle el pecho...a mí no me llena sentirme útil, ni me siento realizada por cuidar a nadie, ni lo decoro como una conexión entre las dos, ni me siento mejor madre por darle el pecho...creo simplemente que somos mamíferos y darle el pecho, si se puede, es lo que fluye por naturaleza pura y dura...sin más.

Soy más realista que soñadora.

Es cierto que es enternecedor en muchísimas ocasiones, pero solo es mi propio juicio, basado en mi propia experiencia y por ello, mi propia confesión.

Cada uno percibe su experiencia de vida de una forma...y expresar lo que siento, a mí, no me da miedo, porque al fin y al cabo son mis emociones, y negarlas o esconderlas no hacen que no las sienta.

Así que ahora estoy más preparada para vivir esta etapa, dejo aparcados conscientemente mis privilegios, a pesar de que espero volver a recuperarlos con los años...porque la soledad y el silencio a mí me han aportado mucho.







domingo, 28 de julio de 2019

La maternidad, al final, te conquista.

Siempre he dicho que la maternidad está sobrevalorada...e incluso estrenando mi papel de madre lo he seguido creyendo...hasta ahora.

Los primeros meses han sido uno de los peores tramos que he vivido. Y no me cuesta decirlo, asumirlo, ni verbalizarlo.

Mi vida como Cristina se paró de golpe el 16 de noviembre del 2018...de repente todo mi tiempo pasó a tener dueña. Su nombre, baby Valentina.

Mis noches se rompieron, mi equilibrio interno se desplomó, todo lo aprendido sobre mis emociones se me olvidó y permití que me controlasen.

Sentir es vivir. Pero dejarse arrastrar por las emociones puede llegar a ser muy destructivo...soy consciente de ello, porque lo he experimentado, y no solo esta vez.

Mi cabeza tiende a intentar controlar toda mi vida. Soy analítica y escéptica por naturaleza.

Ser tan mental me ha llevado, en muchas ocasiones, a no ser capaz de aceptar situaciones cuando no las comprendo, cuando no encuentro los porqués, cuando se salen de mi arbitrario sentido del bien y del mal.

Me superó la llegada de baby Valentina. No supe vivir sin ser controlada totalmente por mis emociones, no fui capaz de fluir...me dejé arrastrar por la intensidad de percibir que salía de mi zona de control...y eso fui mi perdición.

Cuando no controlo una situación, pierdo el control y me inundan las emociones.

Y ser madre, para mí, ha sido perder el control absoluto de mi día día, de mis rutinas, de mi equilibrio emocional...

Pero como siempre. Todo pasa. Nada es permanente. La vida es pura transformación.

Y aquí estoy. Llegando al final de nuestra exterogestación. Totalmente transformada. Viviendo el día a día a medio gas porque las noches siguen siendo largas, pero con una actitud totalmente renovada.

La maternidad acaba siempre conquistándote, a pesar de que cada una necesite su tiempo, y ese tiempo sea diferente para cada una.

Es maravillosa esta emoción que te inunda cuando sonríe, cuando la hueles, cuando se despierta cada mañana con esa mirada que transmite esa sensación de hogar...

Es curioso cómo todo lo material se desvanece y cada vez pierde más valor...

Ahora, más que nunca, siento que soy de algodón, lino y pies descalzos.

Estoy en plena transformación hacia una nueva versión de mi misma...no sé si mejor o peor...pero los juicios son algo que al fin y al cabo forman parte de mi mente, y hace tiempo que empecé a ser consciente de que mi mente, al igual que mis emociones no pueden controlarme por completo, porque la clave siempre está en el equilibrio.

viernes, 5 de julio de 2019

Mis amigas las redes sociales.

He hecho las paces con las redes sociales.

No voy a engañarme. Me ha costado conseguirlo unos tres años. Pero vuelvo a estar en ellas.

Que el problema lo tenía yo era evidente. Y soy consciente de ello desde el principio.

No aceptaba esta forma de publicar solo la parte de la vida de la que puedes alardear; este postureo que las invade; esta forma de adornar la vida cuando en realidad conoces a quien hay detrás de ese perfil e incluso te avergüenza ver cómo se engaña primero a él y luego al resto; esta forma de mendigar amistades buscando likes y seguidores...se me hizo bola, me superó y borré todas mis cuentas.

Ese fue el detonante para abrir este blog.

Fue una forma de seguir en las redes pero disfrutando de ellas, gozando al escribir y sin ver ningún perfil. Solo interactuando con aquellas personas que se animaban a dejarme comentarios.

Hasta ahora.

He aprendido en este tiempo a permitir y aceptar que cada uno es libre de desenvolverse por el mundo como desee, sepa o necesite; he descubierto que soy capaz de tolerar el postureo aunque a veces todavía me abruma ver ciertas publicaciones; he encontrado ese lado maravilloso que tienen las redes, ese donde encuentras seres increíbles que existen y crean, y que sin este formato jamás hubiésemos podido compartir trayecto en el viaje de nuestras vidas...o ese donde estás en contacto con personas que han compartido trayecto en algún momento y saber de ellas me alimenta el Alma...en definitiva he vuelto, pero transformada.

Porque de eso trata la vida en definitiva, por lo menos para mí.

Vivir es cambiar, transformarse, acertar, equivocarse...e incluso escupir al cielo y que te caiga en la cara...en esto último soy una experta, pero me acepto así.

Las redes, a día de hoy, son una forma moderna de relacionarnos socialmente, y rechazarlas es decisión de cada uno, pero en realidad, al final, detrás del fluir siempre está la Aceptación.

Me acuerdo cuando mi madre se enfadaba por las facturas de llamadas del teléfono fijo, luego salieron los primeros móviles y empezamos a comunicarnos con mensajes de texto...y es gracioso que a día de hoy, lo que está quedando obsoleto es llamarse por teléfono...todo cambia, todo evoluciona y aceptarlo y fluir es la clave.

Así que he vuelto a todas las redes sociales y encima limpiándome la cara, porque un día escupí al cielo cuando todas mis amigas no paraban de publicar fotos de sus bebés, y ahora soy yo la que lo hace, ya que mi vida a día de hoy gira en torno a baby Valentina...y las publicaciones, al final, no dejan de ser la serie de nuestra vida..y mi temporada ahora es la maternidad.

jueves, 20 de junio de 2019

Volver a lo esencial

Algo está cambiando dentro de mí.

El llevar siete meses inmersa en criar a baby Valentina me ha hecho conectar de nuevo con lo esencial...y ello está derivando en sentir que no necesito ni una cuarta parte de todo lo que tengo para vivir.

Es como si viese de golpe que he caído en el consumismo casi sin darme ni cuenta.

Llevo siete meses usando el mismo bolso, y todos los demás no me sirven para nada...he desconectado el programa interno de combinar, de ir a la moda...solo me apetece vestirme con ropa cómoda, holgada, nada apretado, y tela de algodón o lino.

Durante el embarazo dejé de echarme perfume y volví a la colonia que usaba de pequeña, esa que toda la vida ha formado parte de mi casa...y es la que me apetece que me siga acompañando.

Volví a usar el jabón que se ha usado en casa de mis padres toda la vida.

He vuelto a mis orígenes.

Me acuerdo en la adolescencia que solo tenía unas bambas y una chaqueta...cuando se estropeaba me compraba otra...y no sé muy bien cuando entré en este mundo de comprarme chaquetas para combinar, zapatos y bambas para vestir con diferentes conjuntos, diferentes bolsos para alternarlos...en definitiva que no sé a qué se debe pero todo me sobra y me apetece volver a vivir con lo esencial.

La mayoría de todo lo que hay en el vestidor no lo necesito y es exceso de pertenencias.

He caído en el mundo de la moda y el consumo...pero no sé desde cuándo...ni tampoco sé cómo fue.

Y me asusta ser consciente de cómo me he dejado manipular, dirigir y usar por un sistema de consumo, marketing y publicidad...sin darme ni cuenta.

Solo sé que algo dentro de mí ha cambiado y la maternidad me está transformando, no sé si será para mejor o peor...pero he vuelto a ver la sencillez de la vida, la simpleza del día a día y la empatía que me genera la austeridad.

Por eso supongo que cada vez me siento más lejos de la mayoría de seres humanos, más frecuentemente siento que no encajo con ese gran porcentaje de la sociedad, en más ocasiones siento que conecto con pocos a pesar de que me relacione con muchos...y por fortuna mi compañero de viaje está en el mismo momento que yo...así que compartimos sensaciones, emociones y rarezas.

Me asombra ver cómo van pasando los años y cómo me voy transformando, porque todo lo que vivo me va moldeando...y ser consciente de los cambios personales es un regalo.

Así que continuamos viajando por el sendero de la vida, no sé cuánto tiempo más...pero seguro que seguiré cambiando y evolucionado...porque en definitiva de eso trata la Vida.







jueves, 23 de mayo de 2019

Escribir sana.

Que escribir sana no es algo nuevo, pero sí que parece que todavía muchos no son conscientes de ello.

Por eso empecé este blog. Para autosanarme...y desde hace tres años que lo empecé puedo afirmar que ha sido muy terapéutico.

Siempre he sido una adolescente de esas que tenían diario, e incluso todavía lo conservo...y no os voy a engañar, en alguna ocasión lo he releído y me ha sacado una sonrisa. Cuántos problemas en plena adolescencia que ahora juzgo como rozando lo ridículo.

Y en realidad así es todo.

Los problemas que son para uno, puede que para otro sean ridiculeces, por eso cada uno sabe sus sombras, pero pocos las afrontamos...

Y sobretodo pocos las sacan a relucir en público...de ahí que tantas veces me repitan que exponerme tanto no está bien. Pero es su opinión, y para nada la comparto.

Escribir sana.

Es un momento que dedicas a interiorizar, a apagar el ruido externo, a conectar con tu interior, a mirar tus sombras libremente en soledad donde nadie más que tú las verá...ese es el gran poder de los Diarios.

Es muy simple...escribiendo conectas con tu Alma y exteriorizando las emociones van sanando, les permites fluir y cuando la energía fluye y no queda estancada todo se va ordenando, como por arte de magia.

Y además, una vez que aceptas tu cajón de mierda, pasas a otra fase donde ya eres capaz de airearlo en público.

Aprendes que forma parte de ti y que para amarte has de Aceptarte, pero no desde la resignación, sino desde el Amor.

Por eso mi blog no busca seguidores, ni likes, ni hacerse viral...porque no lo hago desde el ego, sino desde mi Alma. No lo hago para nadie, sino para mí.

Y no me engaño. La prioridad no es ayudar a los demás, sino ayudarme a mí misma...pero reconozco que no está de más que si a alguien le resuena y le ayuda leer o escuchar mis experiencias...doble trabajo y doble satisfacción, por supuesto.

Pero desde que hice las paces con las redes sociales y volví a ellas, no dejo de ver perfiles en Instagram de madres exponiendo sus experiencias, pero no por sanarse ni por el simple hecho de compartir sus vivencias o sombras, sino que la finalidad solo es conseguir seguidores, likes, visitas...y ya entrar en el mundo del marketing para promocionar productos y así acabar convirtiéndose en anuncios de las propias marcas....para volver a lo mismo de siempre, ganar dinero.

Todo acaba girando siempre hacia lo mismo...el ego o el dinero.

Somos una generación basada única y exclusivamente en el interés...y llevo tiempo dándole vueltas, y admitirlo no es tan fácil...pero hasta el amor hacia nuestros padres es mayor cuanto más hacen o conseguimos de ellos...me pregunto si esta generación de abuelos tan queridos que cuidan a los nietos y así ayudan a los hijos, serían igual de valorados, queridos o visitados si no existiesen los tupers, las comidas diarias para muchos, los cuidados gratis a los nietos, la ayuda económica en muchos casos...no lo sé...bueno...en realidad sí lo sé...yo tengo claro que somos la generación del egoísmo y el interés; igual que la anterior, la de nuestros padres, fue la del sacrifico.

Lo asumo, lo acepto y lo afronto.

Veremos en qué deriva la siguiente...porque el mundo está claro que hoy se rige por la energía del egoísmo y el interés...espero, o más bien deseo, que la siguiente fluya con la energía más fuerte que existe, la del Amor.


sábado, 6 de abril de 2019

La liberación de exteriorizar

Cada vez soy más consciente de que la clave de todo no es la autoayuda, sino la ayuda mutua.

Este fue uno de los motivos por los que abrí este blog.

Compartir mis experiencias y mis emociones es terapéutico para mí, porque dedico ese momento para ordenar todo lo que tengo dentro y lo vuelco en palabras, pero a la vez, mi propia experiencia puede resonar en otras personas y hacerles reflexionar o simplemente, sentir.

Dicen que vivimos en un momento de “postureo”, pero eso siempre ha sido así.

Yo he tenido amigas que sólo han compartido lo bueno que les sucedía, pero sus emociones reales no las exteriorizaban...y por aquel entonces no existían las redes sociales.

Así que en realidad, cada uno en sus redes se muestra tal y como es.

Existe un miedo al rechazo; a no estar a la altura de no sé qué; a que te critiquen por sentir lo que sea que sientes; a ocultar esas partes de tu vida de las que no puedes sentirte orgulloso y alardear de ello; a ser alguien que en el fondo no eres porque no te permites ser tú mismo con autenticidad...y detrás está solo el miedo.

Parece que solo tenemos que pensar en positivo, mostrar lo idílico, enseñar la parte buena de nuestro día a día...pero eso en realidad es no permitirnos Ser en plenitud, ya que la vida no solo es disfrutar y vivir de forma positiva y feliz de forma continuada, sino que la vida es Sentir, y esa palabra engloba cualquier emoción, sea la que sea.

Sentir forma parte de Vivir.

Las emociones son la grandeza del ser humano.

Permitirte sentir cualquier emoción que surja es vivir en plenitud.

Todos tenemos épocas, días o momentos donde la felicidad no tiene presencia, pero esas partes de la vida son las que a la larga te enseñan y te hacen aprender. No maduramos en los buenos momentos, sino como consecuencia de aquellos menos buenos...y eso es una realidad.

Mostrar tus sombras, tus sentimientos o tus emociones no te hace más vulnerable, sino que por el contrario te libera y te da fuerza para aceptar esas partes de tu vida que parece que no se pueden mostrar porque no sé quién nos dijo que se han de guardar en casa.

Me compadezco de todas aquellas personas que no viven en plenitud permitiéndose aceptar cualquier etapa de su vida donde puede que socialmente tengan que esconder porque dentro del “postureo” no encaja...y por el contrario me emociona comprobar cómo muchos se animan a compartir sus experiencias gracias a leer las mías, porque de verdad que exteriorizar no es más que dejar de engañarnos a nosotros mismos, y permitirnos Ser.

Intentar mostrar solo una parte de nuestro yo es vivir en la mediocridad, y la grandeza está en liberarte y ser capaz de aceptarte en plenitud.

Pocas personas se muestran tal cual son por las redes sociales, pero cuando las encuentro, me conquistan y es un regalo ir descubriéndolas.

Como siempre digo, a mí hace mucho que dejaron de conquistarme los cuerpos y pasaron a fascinarme las Almas.

sábado, 9 de marzo de 2019

La esencia de la Vida

Me gusta observar. Lo he hecho desde bien pequeñita...supongo que debido a ello reflexiono y escribo desde que tengo conocimiento, aunque ahora lo comparto y fluye gracias a las redes sociales.

Me resulta curioso cómo entramos en las luchas como si nos fuese la vida, en esas luchas y enfrentamientos que genera el propio sistema. Pero lo más llamativo no es que entremos a pelear sino que creemos que conseguimos avanzar...cuando en el fondo todo sigue igual pero con matices diferentes.

Este sistema si necesita algo es una transformación y no un cambio, que es lo que siempre ha ido teniendo en su historia.

La diferencia es que para poder llegar a esa transformación hay que empezar desde dentro, mientras que los cambios se inician desde afuera.

Pero no será el sistema el que nos enfoque hacia ello, no le interesa en absoluto, y parece que ese dato lo obviamos.

La vida tiene una esencia, y encontrarla hace que por dentro algo haga “clic” y la forma de observar y de fluir cambie por completo.

Esa es la transformación, ese “clic” interior, que sino lo has experimentado es imposible de describir, aparece de nuevo mi querida inefabilidad...pero una vez que surge ya no entras en luchas para cambiar nada dentro de un sistema que está creado solo para adquirir poder y dinero, ya que son características que no tienen ningún valor en la esencia de Vida.

Una vez que transformas la percepción de todo, descubres esa esencia que acompaña a la Vida, aquella donde el sistema no tiene cabida; aquella donde trabajar no es más que intercambiar tiempo por dinero; aquella donde sentirnos realizados no es por lo que conseguimos o hacemos, sino que por el simple hecho de existir ya somos enormes; aquella donde la belleza no está en nuestro cuerpo físico sino en nuestra Alma; aquella donde este sistema no nos puede crear tantas inseguridades y necesidades para así controlarnos a través de ellas; aquella donde lo importante no es que tengamos nada sino que seamos, porque lo importante en este capítulo de nuestro libro de Vida es SER y eso no está dentro de este sistema, ya que en realidad no tiene ningún interés en mostrárnoslo...y sabéis por qué? Porque perderíamos el miedo y dejaría de controlarnos, porque aprenderíamos que la muerte es una parte de la vida y no un final, porque descubriríamos que elegimos nuestro plan de Alma antes de encarnar y que sea como sea está bien, ya que no existe el “por qué”, sino el “para qué”...y a pesar de que muchas experiencias de vida sean totalmente incomprensibles desde nuestro hemisferio izquierdo, detrás de este capítulo de Vida hay muchos más que van completando el libro de la Vida de cada uno de nosotros.

Ahora que soy madre deseo poder acompañar a baby Valentina fluyendo en la energía donde se dé cuenta, por ella misma, que luchar no es la forma de conseguir nada, ya que la única energía que transforma es el amor, y la palabra “lucha” ahí no tiene cabida.

El sistema en sí es una creación al margen del amor, un sistema egoísta y cargado de egocentrismo donde en pleno s.XXI todavía existen países subdesarrollados y personas llegando en patera pero donde se pelea por intentar conseguir la igualdad de derechos entre hombres y mujeres o la independencia de una comunidad, un sistema que no comparto en absoluto porque es una matrix donde nos enfrentan y nos esclavizan para el beneficio económico de unos pocos, porque a este sistema, como antes he mencionado, no le interesamos como seres humanos, sino que su única preocupación es la economía y el poder...es una gran empresa.

Puede que todo tal y como esté sea como tiene que estar, o puede que sigamos viviendo en desequilibrio porque siempre hemos luchado para conseguir cambios pero nunca nos hemos transformado para cambiar nada.


viernes, 22 de febrero de 2019

Baby Valentina, mi maestra.

Baby Valentina quiso pasar a este otro lado hace poco más de tres meses, y lo hizo en 5 minutos. Puede que de tanto hablarle para intentar quitarle el miedo a salir, la animé demasiado y vino con prisas. Así que mi parto no fue demasiado traumático para ella, ni para mí.

Pero a partir de ahí mi antiguo yo empezó a morir hasta hace bien poco que ha renacido de nuevo.

Si tuviese que describir mi estado en colores diría que empecé en un negro oscuro, pasando por las diferentes tonalidades hasta acabar en el blanco luz en el que me encuentro ahora.

Siempre me ha parecido exagerado escuchar que ser mamá es lo más maravilloso que te puede pasar en la vida, que disfrutes del bebé que pasa muy rápido...y ahora lo afirmo. Si esto es lo más maravilloso, apaga y vámonos.

Es una experiencia que puede que a la larga sea así, no lo sé, pero al principio es una dualidad pura y dura.

Y sí, pasas del negro oscuro al blanco luz...pero se necesitan semanas, y para mí, meses.

Los primeros días pasas del dolor insoportable a la ternura máxima no sé cuantas veces al día, o incluso a la hora. Vives en una noria emocional continua.

Os aseguro que si al principio baby Valentina hubiese venido con un ticket regalo, la devuelvo. Y no me importa reconocerlo, han sido mis emociones y sentimientos, y expresarlos no es más que exteriorizarlos.

Empecé esta experiencia en el negro oscuro. Acompañada de un dolor insoportable por los puntos, y un inicio de lactancia que no ha tenido nada que ver con la imagen idílica de los bebés y sus mamás creando ese vínculo tan bonito que relatan.

Fue lo peor. Cada vez que abría la boca y se acercaba a mi pecho, mi reacción innata era apartarla. Qué dolor. Qué grietas. Qué pesadilla.

Pero semana a semana los dolores fueron disminuyendo hasta cesar por completo. Y ahora, después de tres meses puedo decir que la lactancia ya no duele, pero que no es un proceso innato, sino que hay que practicar, aprender y enseñar al bebé a agarrarse. Así que de idílico y bonito, nada de nada.

Pero además, dejando a un lado la parte física, pasemos a la emocional.

Un caos. Ese es el resumen inicial.

Los nervios por el desconocimiento, el mal carácter por el cansancio y el dolor, la poca paciencia por la falta de costumbre, la hipersensibilidad por el proceso hormonal, el rechazo por la superación de la situación en muchos momentos, la tristeza por anhelar mi vida anterior, el cambio en la relación de pareja, la rara sensación de mirarla y pensar que es mi hija y todavía no tenerlo en mi mente como tal...y todo a la vez acompañado de una ternura inefable, que poco a poco va desencadenando en amor. Pero es un proceso y necesita tiempo, o por lo menos en mi experiencia ha sido así.

De la noche a la mañana me apareció una compañera de viaje demandante y exigente. Un pequeño ser que me absorbe todo el tiempo, porque me necesita para alimentarse, para calmarse, para ser su chupete...pero no a mí como persona, sino a mi teta.

Alguien que me ha quitado mis noches placenteras de sueño, mis ratos para escribir o leer, mi organización del día a día para tener la casa limpia y recogida, mis salidas a desayunar, comer o cenar fuera, mi intimidad con mi compañero de viaje...y todo para pasar a un estado donde la sorpresa es la nueva inquilina; donde hacer planes no tiene sentido porque todo depende de ella y de cómo se encuentre; donde la filosofía de vida es “fluye con el momento y no tengas expectativas”; donde mi vida ha pasado a un segundo plano y ella es la protagonista principal de mi día a día, ya que si ella está bien, yo estoy bien, si ella está llorando o inquieta, yo no estoy tranquila...todo gira en torno a ella...y eso señores, necesita un período de adaptación porque es un sacrificio. Y amar, desde el principio, a ese ser que te ocasiona esta situación, para mí, es irreal.

Así que ahora que lo he vivido no me vendan más el cuento de que la maternidad es idílica y maravillosa porque tiene un lado oculto y oscuro como todo en la vida, el problema es que en esta sociedad, las personas, solo cuentan lo bonito de sus vidas, de ahí que las redes sociales tengan tanto éxito, carecemos de autenticidad. Personas que abran su vida y compartan su lado más oscuro, pero sin hacer un drama, por desgracia no abundan...pero ese fue el motivo por el que abrí este blog, así que no debería haberme extrañado toparme con la verdadera realidad en este inicio de la maternidad.

Pero a pesar de todo lo pasado, es curioso cómo la mente desvirtúa la realidad vivida para neutralizar todo lo negativo y desarrollar esta sensación de amor incondicional hacia un pequeño ser que solo lleva tres meses compartiendo viaje día y noche a mi lado.

Soy consciente de que nacemos para aprender, y de que baby Valentina ha venido para ser mi gran maestra. La primera lección ha sido recordarme que si vivo el presente todo está bien, que los planes no sirven de nada, porque la Vida ya los tiene hechos para mí, que estoy aquí para vivir aquello que se me presente, ya que todo lo que me suceda es porque estoy lista para vivirlo, sin más.