jueves, 24 de noviembre de 2022

El camino es hacia dentro

Empecé este camino de compartir mis emociones, pensamientos y sentimientos en el 2016. Miro hacia atrás, me siento a releer las entradas y no dejo de asombrarme al ser espectadora de cómo he materializado mis vivencias a través de la escritura. Escribir es pura terapia. Más de cien escritos. Más de cien reflexiones. Más de cien momentos donde ha sido mi Alma la encargada de expresarse y ha difundido su verdad.


Desde hace tiempo he sentido, y así lo he expresado en mis últimos escritos, que el camino era de dentro hacia fuera. Hasta ahora.


El Universo me ha traído hasta aquí. Yo solo he estado atenta observando cómo se ordenaban los acontecimientos para llegar hasta aquí. Los hilos se mueven, suceden cosas, y yo sigo aquel camino que siento que es el mío, pero ese “sentir” nace de un impulso interior, y es tan simple como saber que es mi Alma la que empuja a ir justo por ahí. 


Que yo no tengo el control de lo que me sucede, no lo creo ya, sino que lo sé. Si aún te crees que llevas el control de tu vida, te invito a hacerte una sencilla pregunta: ¿Los impulsos que te mueven a actuar te nacen de dentro o llegan a través de ti? Fin de la pregunta.


Yo soy de ese grupo de personas que responden la segunda opción. Soy muy consciente de que tan solo soy una herramienta del Universo para que la Vida sea. En este punto de la existencia mi ego se queda fuera, tengo presente su valor y su existencia, y por supuesto también sus limitaciones. 


El camino no es de dentro hacia fuera. El camino es hacia dentro. Esa es la clave. Pero todo es un proceso, y yo tan solo llevo el mío. 


La vida son etapas. He vivido casi dos décadas fuera de la civilización, en distintos lugares, siempre rodeada de naturaleza salvaje, incluyendo mis tres años al lado del mar. Todos estos años he vivido muchas experiencias distintas dentro de mi vida. He compartido vida con distintos compañeros de viaje, humanos y perros. He pasado de vivir en la burbuja de la drogadicción a saborear la realidad de la vida. He habitado distintas casas y distintas comunidades autónomas. He pasado de no querer ser madre a serlo. En fin…miro atrás y sencillamente alucino. El tiempo no existe, pero madre mía cuánto vivido. 


No todo ha sido disfrutar. Por supuesto el sufrimiento ha estado presente en muchas ocasiones, pero soy consciente de que toda crisis no es más que una gran oportunidad, y desde ahí bienvenida es. Todo pasa.


Miro atrás y observo cómo he aprendido a equilibrarme a través de la naturaleza. Solo con caminar descalza en un bosque he adquirido esa capacidad para conectarme con la energía de ese lugar y sintonizar mi vibración, nutriéndome de la magia que un baño de bosque te aporta. He observado el mar y su energía todos los días durante más de tres años y ahí he aprendido a desconectar mis pensamientos y fluir con esa energía que te llega al mirar el mar y observar su naturaleza salvaje alineada a los ciclos lunares. He aprendido mucho observando las estaciones y los cambios de ciclos. En definitiva, estos años de mucha naturaleza, animales, silencio y soledad me han aportado un conocimiento personal, para mí sagrado, a través de mi propia experiencia. 


Toca vivir otra etapa. Fuera no hay naturaleza salvaje ni mar. Las llanuras de Castilla son pobres en paisajes de esos libres y salvajes. Aquí son kilómetros de hectáreas manipuladas por el ser humano y cargadas de químicos y pesticidas para que solo tenga cabida aquello que da beneficio económico. Aquí la madre Tierra está totalmente explotada y pasear por cualquier camino es una evidencia de ello. Los caracoles no existen, las mariquitas son casi milagrosas de ver, las caracolas mueren por centenares en los laterales de los campos, las golondrinas molestan porque cagan demasiado y los cielos son fumigados por muy lejos de la civilización que estemos.


Toca ir hacia dentro. La soledad ya la he transitado y me ha enseñado a estar a gusto conmigo misma, a saber estar sin hacer, a conocerme e incluso a aceptarme, pero si pensaba que ya estaba todo…ahora viene otro nivel: la introspección. No hay bosques para caminar descalza y sintonizarme con la madre Tierra, no hay paisajes de cuento, no hay mar donde dejar ir mis pensamientos, no hay animales para observarlos y nutrirme de sus enseñanzas…no hay nada fuera que me alimente, así que es hacia dentro donde me toca estar.


Viene una etapa distinta a todo lo conocido, pero la vida me ha puesto aquí para algo, porque el camino hasta aquí ha estado allanado con esa sutileza y magia que solo el Universo puede crear. Me toca aprender a equilibrarme desde dentro. Es momento de nutrirme por el simple hecho de Ser. Se avecinan momentos difíciles a nivel emocional, pero tengo una confianza interior que me hace llegar esa sensación inefable de que siga, porque el camino es por aquí. 


No sé qué me traerá esta situación, no sé qué nacerá de toda esta experiencia, solo sé que detrás de esta etapa que empiezo a vivir adquiriré conocimiento a través de mi propia experiencia, y solo existe una única premisa: seguir.


No podía dejar de escribir sin realizar un cierre, sin cerrar un ciclo o sin despedirme de él. Siento un enorme agradecimiento al Universo por todo lo vivido y ha sido un acto de amor compartirlo con el mundo, pero ahora me toca ir hacia dentro, no sé lo que durará este proceso, pero justo aquí dejo de escribir. Siento que es momento de ir hacia dentro y eso conlleva dejar de compartir de dentro hacia fuera para transitar en silencio y soledad ese trayecto hacia el interior. Se avecinan tiempos de introspección y vivirlos es mi intención. 


Seguimos. 





lunes, 4 de julio de 2022

Con el corazón despierto

Vivimos en un sistema capitalista creado por unos cuantos que acumulan riqueza sin necesitarla, solo por tener, tener y tener.


Una de sus creaciones fue la pobreza. Es su mayor invento y sustento.


Todos nos aprovechamos de este engranaje que mueve al sistema, donde nos la pelan los demás y nos importa una mierda todo aquello que sabemos que sucede, siempre y cuando nos pille lejos. Que les den.


Somos una sociedad podrida por dentro pero brillando por fuera. Consumiendo sin parar gracias a que los productos se hacen en lugares remotos lucrándonos todos de sus escaseces y ofreciéndoles a cambio limosnas, creyéndonos encima, desde nuestra humildad europea, que somos sus salvadores, para que así continúe aumentando la riqueza de la élite.


Me asombra ver cómo se felicita y aplaude a grandes empresarios, futbolistas o marcas que donan. Sí, donan limosnas en comparación con sus pertenencias, y lo siento, pero el bien se hace en silencio, sino sencillamente es alimentar ese gran ego que les dirige o dar una imagen “blanca” por algún interés que realmente nunca llegaremos a saber.


Farmacéuticas paralizando información para luego crear sus propias pastillas, vacunas, o medicamentos en general. En definitiva, lo importante no es estar sano, sino que la salud sea un producto donde se consigan beneficios económicos.


El día que nos demos cuenta de verdad que nuestro bienestar ficticio es la droga que nos dan para seguir alimentando este engranaje, ese día puede que esta sociedad empiece a transformarse.


No olvidemos la política. Porque seas del partido que seas, solo votas a unos títeres que dan la cara, pero detrás de ellos están los que manejan los hilos. Ese 1% que en realidad no prioriza tu bienestar, deja de engañarte. Ellos tienen la solución de todo, pero simplemente no les interesa.


Por ejemplo. No les interesa una infancia cuidada y acompañada porque te has creído ese marketing barato donde prioriza el desarrollo personal a través de tu promoción laboral. Qué casualidad que justo en esos años se forme tu cerebro y se construyan los cimientos internos que dirigirán automáticamente tu desarrollo personal. 


Pero claro, recuerda que tus traumas y carencias emocionales son el motor del consumismo, así que fomentemos y normalicemos romper vínculos con la figura de apego a los 4 meses. Denigremos acompañar los ritmos y necesidades de la etapa de crianza que dura hasta mínimo los 6 y oye, para darle más fuerza empecemos a ridiculizarlo con “la generación de blanditos”, porque miremos las anteriores lo “bien” que están, irónicamente hablando, gracias a que si llorabas te repetían que no se llora por eso, o si te caías automáticamente te saltaban con “no pasa nada, va”, o te amenazaban con darte un bofetón, o normalizaron tratarlos con gritos y faltas de respeto…en fin, una generación que ha normalizado lo que no es normal y a día de hoy siguen siendo los que continúan el árbol genealógico de la misma forma hasta que llegue alguien a sanar toda esa cadena de carencias de amor. Porque en algún momento, llegará…siempre llega.


Nos hemos convertido en una sociedad donde el postureo ha llegado incluso a la palabra pobreza. Ahora en lugar de que abunde por  fuera está escondida en el interior de la mayoría de la población, porque ha transmutado a pobreza interna cargada de vacío emocional.


No me creáis, tan solo observad y empezad  a dudar, aunque sea un poco, porque justo ahí se abre un nuevo trayecto donde saldréis de la polarización a la que estáis sometidos inconscientemente. 


No tenemos que estar de acuerdo en todo, pero sí tenemos que unirnos hacia el derecho de ser libres y salvajes, que sea el amor la energía que nos mueva y sea con el corazón despierto desde donde comencemos a relacionarnos.


Sigamos…

miércoles, 15 de junio de 2022

La terapia regresiva es presencial

 Me gusta observar a las personas, siento que ahí empiezas a conocerlas no por su etiqueta (el papel social), sino por los gestos cotidianos, más allá de las palabras, por su comportamiento y su actitud. 

Y justo ahí existe una línea muy fina y casi imperceptible donde empieza a desvanecerse la esencia de la terapia regresiva.


La terapia regresiva es la terapia del alma. Eso a estas alturas no hace falta ampliarlo más, en el blog tenéis varias entradas hablando de ella e incluso de todo mi trayecto y mi evolución gracias a ella. 


Para mí ha pasado a ser una herramienta de vida a la que respeto profundamente, y debido a ello no comparto esta nueva modalidad que se ha creado de realizarla online. 


Respeto profundamente a quién la realice, al fin y al cabo todo es un proceso y al final todo está bien. Pero eso no hace que a mí me resuene esta nueva forma de realizar las sesiones.


Cuando se inicia una regresión, el paciente está en estado expandido de conciencia, pero a su vez es el alma del terapeuta el que dirige más de una vez dicha sesión. No sé cómo llegar a explicarlo claramente con palabras porque aparece mi querida inefabilidad, pero cuando se inicia la sesión el campo vibratorio del paciente y del terapeuta también ejercen su función, y para que eso pueda llevarse a cabo se necesita la presencia.


Es vital que el paciente y el terapeuta usen el tiempo para coincidir aquí y ahora físicamente en algún lugar, para que desde ahí sea el terapeuta quién acompañe al alma del paciente en su regresión. 


El mundo virtual es muy útil para muchas cosas, pero cuando se trata de encuentros entre almas es necesaria la presencia.


No sé si habéis asistido alguna vez a algún evento donde diversos ponentes exponen temas. Si es así, ahora pensad en la diferencia que existe entre asistir de forma presencial y hacerlo online. No tiene absolutamente nada que ver.


Cuando vas a un encuentro suceden cosas. Te cruzas con otras personas. Cruzas caminos. La ponencia te llega de otra forma. No tiene nada que ver al formato online donde tan solo te llega la información. Nada más.


Pues esa gran diferencia es abismal cuando a terapia regresiva se refiere. Dejemos de hacer un negocio con esta terapia. Protejamos esta herramienta tan valiosa y con ello la propia esencia de esta terapia. 


Siempre he dicho que esta terapia tiene dos grandes enemigos: uno es el ego y el otro, la fascinación, pero a día de hoy he aprendido que existe otro gran enemigo y es el dinero. 


Hay muchos terapeutas que tan solo ven negocio detrás de esta terapia. Y no es una terapia cualquiera, porque esta es la terapia del alma, y este detalle la hace distinta a todas las demás. 


Justo por ese motivo me cuesta delegar, a otros terapeutas, todas aquellas personas que me piden que les acompañe en sus regresiones. 


Esta terapia no tiene nada que ver con dinero. El fin no puede ser vivir de ella, sino ponerte al servicio del Universo para acompañar a todas aquellas almas que lleguen a ti, y si luego además te hace ganar dinero, pues enhorabuena por poder dedicarte a aquello que te hace disfrutar. 


Pero el fin principal no puede ser convertirlo en tu trabajo desde el principio cuando encima eres novato y aún careces de la experiencia suficiente. No puedes empezar a dar cursos de formación, porque dan dinero, sin tener ni siquiera años a tus espaldas de experiencia en acompañamiento presencial. No puedes olvidarte de su esencia porque necesites dinero en tu día a día en algún momento de tu vida. No. Esto no es un trabajo cualquiera. Esto va mucho más allá.


No se puede construir absolutamente nada sin unos buenos cimientos.


Así que desde aquí deciros que la terapia regresiva, para mí, ha de ser presencial para que puedan suceder todas aquellas cosas que tengan que suceder gracias a ese encuentro entre almas. 


Estamos aquí encarnados y poder sacarle partido a estos reencuentros físicos es algo que jamás podrá conseguir alcanzar el mundo virtual. 


Somos muchos los que no vamos a permitir que la esencia de esta terapia se pierda y para eso en breve nacerá la Asociación Fénix, de la que cuando tenga más información estaré encantada de poder compartirla.


Sigamos.

miércoles, 1 de junio de 2022

Vivir en un pueblo

 

Hace poco más de un mes que nos hemos mudado. Hemos dejado la playa de Cantabria por las llanuras de Castilla. Para muchos una locura, para nosotros un regalo.


No voy a desmentir que Cantabria es una comunidad de cuento. Los paisajes son casi de fantasía. Las playas de Noja con sus rocas y sus cambios constantes son un regalo de la Madre Tierra. Pero después de seis años allí, y tres de ellos siendo padres, nos ha apetecido experimentar la vida en un pueblo llano de Castilla donde la cercanía de la familia paterna de Valentina ha sido uno de los ingredientes principales para venir.


Llevo poco tiempo viviendo aquí, pero he veraneado toda mi vida en los pueblos de mis padres, así que hace poco que saboreo la ventaja de vivir en un pueblo, y puedo asegurar que no es tan solo económica.


Cierto es que adquirir una vivienda no tiene nada que ver con hacerlo en una ciudad, que el impuesto de circulación también es más barato, y en definitiva los impuestos son menos, pero no creo que el motor principal de nadie para venir a vivir a un pueblo deba ser solo por incentivos económicos, porque al final el trasfondo de lo que la vida es, va mucho más allá, y si solo es por dinero pero no te atrae lo que vivir en un pueblo conlleva, seguramente, será el inicio de un profundo abismo emocional.


No es la primera vez que percibo que existe una cierta rivalidad entre empadronados o no. En Noja era curioso escuchar la misma frase, era como un mantra, y decía: yo pago el ibi y viven gracias a todos los que venimos en verano. 


Y se quedaban tan anchos. 


Y sí. Seguramente para los negocios de Noja es casi vital el ingreso de los veraneantes, y puede que si nadie fuese en verano a los pueblos desaparecerían todavía más rápido de lo que lo hacen. Puede ser, no lo sé. Pero la ventaja de estar empadronado no es tener incentivos económicos, hay que cambiar la mirada hacia la propia vida porque la sociedad está perdiendo el valor de la propia esencia de la Vida. 


No, el dinero no es la esencia de nada.


La ventaja de estar empadronado en un pueblo es tener el privilegio y la suerte de poder disfrutar de vivir a un ritmo mágico y especial que solo pueden degustar los que viven aquí todo el año, y este ritmo, para mí, engancha más que cualquier canción veraniega.


La ventaja de vivir todo el año en un pueblo es formar parte de un lugar donde sales a la calle y te sientes en casa vayas donde vayas porque sus habitantes viven con tiempo para saludar, ya que las prisas no tienen cabida en un lugar así.


La ventaja de la vida de pueblo es poder permitirte y haber aprendido a apreciar que tu hija crezca en un lugar donde el estrés y las prisas no se normalizan ni se convierten en cotidianos.


La ventaja de vivir en un pueblo es dormir sin ruidos de vecinos, disfrutar del paisaje rodeado de naturaleza diariamente sin tener sobre estimulada la visión con tanto movimiento de coches, motos, camiones de la basura, personas, patinetes eléctricos, autobuses, tranvías…


La ventaja de salir de la civilización es deleitarte con el sonido de los pájaros e incluso de los conciertos de silencio.


La ventaja de vivir aquí todo el año va mucho más allá de incentivos económicos…porque la Vida en mayúsculas va mucho más allá!


Quedarse atrapado en la necesidad de que por ser empadronado has de tener incentivos económicos es el resultado del tipo de sociedad que se ha creado. Seres humanos que han olvidado la esencia de la vida, esa donde el privilegio de vivir en el pueblo es, sencillamente, estar en el pueblo todo el año.


Cambiemos la mirada. La vida va mucho más allá. Soltemos patrones, apaguemos ruidos externos y volvamos a escuchar ese susurro interior que sale en esos momentos de soledad y silencio donde aparece el Gran vacío interior, normalmente surge cuando la evasión con amigos, redes sociales, conciertos, viajes, hacer cosas de casa, trabajar o lo que sea no existe, y justo ahí nos encontramos con lo que verdaderamente somos cada uno de nosotros, y sí, para muchos ese momento es tan ensordecedor que la evasión es la única manera de seguir…seguramente justo ahí empieza el abismo emocional que puedes llegar a transitar en un pueblo donde en verano todo es fiesta, pero el resto del año estás tú con tu Gran vacío, ese que todavía no te has parado a mirar por seguir evadiéndote. 


La vida es un proceso, y cada uno está en su momento evolutivo, por eso en mi caso esta etapa que se me ha presentado la veo como una oportunidad de crecimiento personal, y estoy convencida de que estoy lista para afrontarla, sino no hubiese aparecido. El Universo tiene un plan divino, y después de más de seis años inmersa en la terapia regresiva ya no lo creo, sino que lo sé.


lunes, 21 de febrero de 2022

No me creas, experiméntalo

Estamos en un momento evolutivo. No sé cuál, pero estamos en pleno proceso de la evolución de la humanidad. En realidad igual que en cualquier otro instante de cualquier época anterior. 

Seguimos en el mismo juego emocional de siempre, pero en distinto espacio temporal. Nada más. 

Existen aquellos que resuenan en la energía de la lucha y la venganza, que incluso ven en el amor una vulnerabilidad y lo denigran denominándolo “buenismo” y están aquellos que ven en el Amor la energía más poderosa del Universo. He vibrado en ambas y sentí dónde estaba mi lugar.


No tenemos enemigos, sino hermanos perdidos. La transformación llega a través del amor, no de la lucha. Nadie tiene que pagar por nada, no estamos aquí para juzgar al prójimo, sino que podemos inspirarlos a través de nuestra experiencia acompañada de comprensión, compasión, paciencia y amor.


Existe un Plan Universal (o como quieras llamarlo) y al final todo está bien tal y como sucede, sino no es el final. Somos seres espirituales encarnados en cuerpos físicos y vibrando en esa energía de lucha, rencor y juicio alimentamos a la oscuridad y no vibramos en la luz…


Podría seguir y seguir dejando frases que me llegan, porque al final somos canales y herramientas del Universo, pero creo que ha quedado reflejada mi sensación. 


Puede que esté en un momento de mi vida donde soy consciente de que desde el amor y el perdón todo se transforma a nuestro alrededor, que somos energía y no necesitamos imponer o pelear para alimentarnos de la energía del prójimo, sino que podemos nutrirnos a través de la madre Tierra, que vibrar en la calma y la paz es el mayor acto revolucionario, y que todo aquel que necesite ayuda la pedirá o se buscará sus propias herramientas para que le ayuden, pero no se puede imponer ni obligar a nadie a subir a un “tren”, ni son mejores o peores por quedarse en el andén, sencillamente cada uno está en su momento evolutivo y todo está bien tal y como sucede.


Ahora imagínate una sociedad reconectada con su Ser, acompañada desde su infancia a desarrollar sus dones y talentos y no dirigidos por un sistema educativo (creado por la élite para su beneficio), aprendiendo a recargar su energía a través de las frecuencias y vibraciones de la naturaleza y sin necesidad de vivir desde el miedo porque desde pequeños viven teniendo presente que son seres espirituales encarnados en cuerpos físicos, que las herramientas para lidiar con el mundo son la compasión, la comprensión, la paciencia y el amor, que la energía del perdón es clave para seguir…


Puede que sea un flipada, puede ser…pero cada vez tengo más presente la sensación de que el camino no es la lucha, sino la inspiración (mostrar y compartir el poder del Amor y del Perdón a través de nuestra propia experiencia de vida) porque todo lo que sucede siento que es necesario para la propia evolución humana y venimos a aprender a amar, y no a cambiar nada.


Pero no me creas, transita tus propias experiencias, observa lo que el Universo te pone delante y en qué situaciones sientes ese bienestar de fondo que te hace bien, y no el placer instantáneo que vuelve a desnutrirte al cabo de un tiempo.

jueves, 10 de febrero de 2022

Tratémonos distinto

Cada vez soy más consciente de que la forma más sana de relacionarme cuando me invade la ira es a través del silencio.


He normalizado, a través de mi experiencia vivida, un tono de voz a la hora de intercambiar opiniones que dista mucho de la energía del amor y se acerca demasiado a la agresión.


Voy más allá, en realidad no intercambio opinión, sino que mi fin, aunque  sea inconscientemente, es imponer mi criterio. 


Me he dado cuenta de que mi forma de interactuar en una conversación acalorada y cargada de ira es queriendo exigir que mi opinión sea la relevante, y encima acompañándola de un tono de voz más elevado y una forma agresiva de someterles a mi verdad. En definitiva, cuando siento que tengo razón sale de forma automática esta energía que se nutre de la energía ajena. Si salgo victoriosa, yo me voy cargada energéticamente (de razón) y el otro se queda descargado de energía (sin razón).


Nos nutrimos de la energía de los demás de una forma descarada y aberrante.


Suena muy mal dicho así, pero es una forma de interactuar entre humanos demasiado normalizada y que se ejecuta día a día, puede que de forma inconsciente en muchas ocasiones.


Pero he dejado de verla y sentirla como algo normal. No es normal, no hace bien, y no quiero seguir por ahí.


Imagínate si lo vemos normal que el programa “Sálvame” (si no lo conocéis, buscadlo por internet) se basa en un show diario regido por esta agresiva forma de debatir e imponer los diferentes criterios sobre vidas ajenas. 


Lo más curioso de todo es que cuanto más estrecha es la relación y más confianza existe, peor nos tratamos. Justo ahí sale una versión de nosotros que en privado permitimos, pero en público evitamos, es decir, si supiésemos que nos ve alguien de fuera del círculo cercano en plena discusión, nos inundaría la vergüenza y nos haría sentir muy mal. 


Pues hasta aquí.


No me parece una forma sana de relacionarnos como sociedad. Ya no me gusta la sensación de quedarme nutrida por tener la razón a cambio de renunciar a mi calma interna. Siento cada vez con más intensidad que el camino, cuando empieza a hervirme la sangre y a subir mi nivel de ira, es el silencio. Siento que el juego no es dominar al prójimo sino a uno mismo. Estoy siendo consciente de que existen otras formas de relacionarnos donde, desde esa paz y esa calma interna, se puedan ofrecer opiniones diferentes sin querer creer o querer tener la razón, porque la finalidad no debe ser “ganar” sino tan solo ofrecer distintos puntos de vista. 


Salgamos de esa competitividad que tenemos integrada en vena. Es hora de darnos cuenta de que vivimos sometidos a una forma muy sutil de agresión diaria y que no es normal tratarnos así.


¿Y si es hora de comprobar qué sucedería en la sociedad si llegase esta generación de “blanditos” que tanto se está menospreciando y denigrando cuando en realidad puede que sea el salto evolutivo que necesitamos como seres humanos para volver a vibrar en el amor?


Con cada palabra que escribo mi Alma eriza mi piel y acelera mi pulso, y eso es mi evidencia de que el camino es por aquí, y justo ahora es mi momento para empezar a cambiar de dirección.



viernes, 4 de febrero de 2022

Volver a conectarnos

Estoy en un momento revelador. Seguramente siempre ha estado aquí, pero hasta ahora que le he puesto atención y mirada, para mí, no existía.


Al fin y al cabo, nada existe hasta que le otorgas presencia y se convierte en parte de tu presente. Pues eso es lo que estoy experimentando. 


No importa cuál sea tu camino para la reconexión con tu Ser, el proceso siempre se inicia de la misma manera, transitando esas famosas noches oscuras del Alma, que hasta hace poco no sabía ni de su existencia incluso habiéndolo experimentado en mi propio Ser.


La transformación parte del sufrimiento. Cuántas más personas comparten conmigo su interior y me permiten ser interlocutora válida de su experiencia, más peso adquiere esta afirmación.


A partir de ahí se inician tantos caminos como seres humanos. Ninguna experiencia es igual. Cada una es única y diferente igual que las Almas, y por ende sus trayectos.


El mío comenzó por aquel 2008 cuando empecé a dejar mis adicciones. Poco a poco sentí esa necesidad de ir conectando con mi entorno, y la naturaleza fue la clave para ello. Los famosos baños de bosque fueron parte de mi terapia, sin tener conocimiento de que eran una terapia en sí. Solo sentí que me recargaban de calma y tranquilidad y esa era mi necesidad mental.


Después me surgió ese impulso interior de conectar con mi cuerpo y así reconciliarme con él. La Reflexología podal y el Quiromasaje fueron las herramientas para aprender a integrar mi cuerpo como una herramienta valiosa para estar bien. Abandoné poco a poco todas esas creencias que tenía acerca del cuerpo y transmutaron en mirarlo como a una parte esencial para estar aquí y ahora, y no para formar parte de unos estándares de belleza artificiales.


Más adelante apareció el Reiki. Seguramente fue un instinto por conectarme con mi Ser, con mi energía, es decir, empecé a poner atención a la posibilidad de que existiera algo más que lo material.


Seguidamente apareció la terapia regresiva que fue mi herramienta clave para evidenciar que somos seres espirituales encarnados en cuerpos físicos y no al revés. 


Y a partir de ahí se han ido produciendo clics en mi mente de esos que transforman la mirada y no tienen retroceso. He puesto la vida en el centro de mi vida. Sigo en el proceso de desaprender mucho y aprender siempre, y he empezado a saborear la calma de fondo que aporta tener confianza en el Universo y su Plan de Vida.


Este ha sido mi camino, pero existen otros muchos para llegar a esa sensación inefable que te produce sentir que estás conectado a tu propio Ser y que ese susurro interno tiene más presencia ya que los gritos de los pensamientos. 


El fin es volver a conectarnos a nosotros mismos porque llevamos demasiados años dirigidos y viviendo de fuera hacia dentro, cuando lo que en realidad nos hace bien es vivir de dentro hacia fuera.