sábado, 20 de noviembre de 2021

La terapia regresiva como herramienta de vida

La terapia regresiva ha sido mi herramienta. No por eso es La herramienta. Puede que no sea para ti. Yo solo sé que para mí ha sido clave para mi propia evolución.


Llegó a mí, o mejor dicho, yo llegué a ella. Empecé creyendo que llegó a mí por casualidad, pero ahora tengo claro que fue mi Alma la que me impulsó hacia ella. Las casualidades no existen. Es la terapia del Alma, aunque no sé muy bien porque se llama regresiva, porque en realidad no vas hacia atrás, ya que todo es presente. El eterno presente del Alma. Para buscar el origen de una emoción, hay que hacer consciente lo inconsciente aquí y ahora. 


El Universo lo tiene todo muy bien organizado. Necesitaba a un interlocutor válido. Una persona que obtuviese mi credibilidad. Y allí apareció el doctor Juan José López Martínez. Un doctor con más de 25 años de experiencia en un hospital. Un hombre de ciencias hablando del Alma. Menudo festival para mi mente analítica.


Después de hacer algún taller, me decidí a formarme en terapeuta de regresiones. Mi objetivo nunca fue dedicarme profesionalmente a ello. Debo reconocer que la vida me ha puesto fácil poderlo hacer, pero yo he sentido que todavía no era el momento. Llegará, estoy segura.


He acompañado en regresión a personas conocidas y a otras que han llegado a mí a través del blog o del Ivoox. Nunca dejaré de sorprenderme por permitirme acompañar a sus Almas, me sigue pareciendo algo tan valioso y sagrado, que hace aflorar en mí un profundo respeto.


Después de 7 años indagando en esta terapia he llegado a la conclusión de que es mi herramienta de vida. 


Todo lo que he aprendido como terapeuta lo uso en mi día a día. He adquirido una forma de vida basada en el aprendizaje adquirido con los años en esta terapia. 


No había sido consciente de ello hasta hace poco, y me ha resultado revelador. 


La terapia regresiva ya no solo me resulta una herramienta para intentar buscar el origen de una emoción, transitarla, trabajarla y sanarla, o recordar quién eres, de dónde vienes y a dónde vas, sino que adquieres poco a poco una percepción de la propia vida que te transforma. Es la pura transformación de la crisálida.


Me siento una afortunada por haber llegado hasta aquí, por haber adquirido esta sensación de Calma interna para vivir sin miedos, por haber alcanzado esta confianza en el Universo y los Planes de Alma, por haber obtenido grandes enseñanzas acerca de la propia vida y por lograr meterme en el papel de observadora admirando la gran obra de arte que crea la propia Vida, donde todo, absolutamente todo está conectado. 


Me puedo pasar horas y horas hablando del Alma y de la terapia regresiva. Me reconforta hacerlo. Me vibra el Alma. Puede que acabe aceptando hacer charlas on line o presenciales sobre mi forma de percibir la vida, quién sabe…pero lo que sí que sé es que no dejaré de acompañar en regresión, sino que esta parada en el camino para maternar me sirve para continuar evolucionando mientras uso la terapia regresiva como herramienta de vida. 


Me siguen surgiendo dudas, que espero ir solventando con los años. Pero también reconozco que van siendo diferentes. 


He aprendido lo imprescindible que es la energía del perdón para uno mismo. He descubierto la aceptación como fin de un proceso. He evidenciado que la muerte no es el final, que la vida no es lineal. He interiorizado que a pesar de todo la pérdida física es una pérdida y el proceso de duelo es necesario. He logrado darme cuenta de mi gran ego y la capacidad que tiene de dirigir mi automático. Me ha sorprendido evidenciar que la comprensión, la compasión, la paciencia y el amor son las 4 magníficas. Le he otorgado a las emociones su validez, sea la que sea. Y podría seguir y seguir…porque como he dicho me pasaría horas hablando de esta terapia y todo lo que conlleva.


He tenido mi propio proceso respecto al dinero en relación a esta terapia. Hubo un tiempo que en lugar de terapeutas veía empresarios. Pero fue parte del proceso. Qué curioso cómo la percepción se transforma. Ahora veo necesaria la existencia de esos precios, para mí desorbitados. Donde yo veo exceso, otros ven un precio justo o incluso barato. Las economías de cada individuo son distintas, y tiene que existir tanto el low cost como el lujo. El abanico debe estar desplegado y abarcar a todos los bolsillos, ya que para algunos lo caro es sinónimo de seguridad. Al final como siempre todo está bien tal y como sucede. 


Sigo aprendiendo. Tengo mucho trabajo todavía por delante. Soy consciente de ello. Pero estoy en el camino y por supuesto voy a seguir. Espero no desencarnar todavía y poder continuar saciando mi curiosidad.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Nuestro día a día

 Llevamos una vida muy sencilla, puede que incluso sosa para muchos, pero para nosotros es simplemente nuestra forma de vida.


No sentimos la necesidad de hacer ningún viaje. No nos llega esa llamada de hacer planes ni organizar salidas. Ni siquiera pensamos en que llegue ese día de fiesta de Fernando para preparar algún plan e irnos a pasar el día fuera.


Qué va. 


Vivimos el día a día tranquilos en nuestro presente. 


Ahora es otoño. La estación invita a pasar más horas en casa y nos lo permitimos. Valentina es la que está más conectada a su propio compás interno, porque todavía no se ha desconectado de él. Nuestro sentir es que es ella la que tiene necesidades y nosotros estamos aquí para acompañarla. Nosotros como adultos tenemos más capacidad de adaptación. 


Pero no por obligación, por ser mejores, o desde una exigencia mental, sino desde esa apreciación interna que nos produce calma, porque nos resuena y nos reconforta.


Casa, playa, parques, naturaleza y recados. Esos son los escenarios de nuestro día a día. 


Observo a personas con esa emoción por preparar viajes y planes para hacer cosas solos, con amigos o en familia, y me llega el entusiasmo. E incluso a veces se me cuela una sensación de pensar “qué guay, tenemos que hacer más nosotros”. Pero luego me conecto y siento que es mental, no real.


Cuando alguien me llama y me pregunta: - qué tal? - Mi respuesta es siempre la misma: - Bien, viviendo, pero sin demasiadas novedades. 


Es como si existiese una presión social por hacer cosas, realizar viajes, o vivir experiencias de esas que luego fotografías y subes a las redes.


Me reconforta escuchar mi propio ritmo interno y permitirme vivir esta vida simple, sencilla o incluso sosa.


Nuestras mañanas son tranquilas. Despertar cuando el reloj interno de Valentina nos levanta, que suele ser sobre las 8.30h y hacer teta casi una hora. 


Vestirnos antes o después de desayunar simplemente depende de cómo lo sintamos. No está organizado, solo surge la petición y nos lo permitimos. Es la comida a la que más tiempo le dedicamos. Es mi tiempo de redes o escribir algo, para poco a poco ir saliendo hacia fuera y afrontar el nuevo día.


A partir de ahí los días son diferentes. Existen mañanas de mucha casa, otras de mucha calle, y algunas de un poco de todo.


Mi presencia es suya. Así que hacer las camas o alguna tarea de casa es conjunta, pero si acepta el plan, sino otro día será. Los días de fiesta de Fernando es tiempo extra de tareas para mí, pero lo transito desde el gozo de pasar tiempo en soledad. Así de simple.


La hora de cocinar a medio día es sagrada. Ella lo sabe. Necesitamos comer y hacer la comida es una necesidad vital. La hacemos juntas casi siempre, y sino ella en su cocina de juguete y yo en la mía de verdad. 


Comemos y siesta. Ella seguro. Yo depende de mi necesidad. Fernando depende del horario de trabajo. Si me puede el cansancio físico duermo, sino aprovecho para saborear mi soledad. Mi tiempo para mí. Ese que ahora escasea.


Las tardes vuelven a ser como las mañanas. Mucha casa. Mucha calle. Un mix de ambas. 


Y así todos los días. Pero a pesar de que el escenario es el mismo, y podría parecer el día de la marmota. No lo es. O por lo menos no lo vivimos así. Los argumentos cada día son distintos, nuestras emociones diferentes, los encuentros fortuitos con distintas personas, el clima variable, distintos lugares aunque sean dentro del mismo pueblo…todos los factores hacen que cada día sea único. 


Viajamos a los pueblos cuando podemos. Es el lugar donde de verdad nos apetece ir, sobretodo porque pasar tiempo con nuestros padres es algo que sabemos que debemos aprovechar porque es limitado. Vivir alejados de la familia te hace aprender a saborear esos momentos. 


A pesar de que muchas veces decimos de ir aquí o allá, luego son los actos los que nos describen, y nuestro día a día es muy simple, pero es el que nos hace bien.


Pues esta es nuestra realidad. Una vida a nuestro ritmo, centrados sencillamente en el día que vivimos, sin pensar demasiado en mañana. Sin más.


jueves, 14 de octubre de 2021

Estudiar por obligación o elección

Soy hija única. Nunca he echado de menos no tener hermanos. Al contrario, me parece un privilegio haber sido la protagonista principal de la casa. 


He pasado miles de horas jugando, pintando, escribiendo y leyendo sola. Recuerdo tirar de creatividad e imaginación en muchas ocasiones, y la sensación de disfrutar en casa haciendo mis cosas. Puede que por eso siempre que me pedían dibujar algo, yo dibujaba una casa. Estar en casa era mi lugar preferido en el mundo. Existían a través del juego millones de escenarios para ser transitados.


En la escuela, terminé con el título de Diplomatura en Turismo. No porque fuese mi vocación ni nada de eso. Simplemente acabé COU y dejar de estudiar no era una opción en casa. Así que, de todo lo que había a mi alcance, esa fue mi elección. Me decanté por la especialidad de dirección y gestión hotelera.  La otra opción era Agencias de viaje. Y no era para mí. Me imaginaba sentada en una silla o en una oficina hasta la jubilación. Qué va. Ni hablar.


A la hora de la verdad, la mayoría de horas fueron pura paja. Todavía no les he encontrado la utilidad. Y como estudiar era más obligación que elección, hice millones de horas de campanas en BUP, COU y en la Universidad. La metodología, sencilla. Con no pasarte de las horas “sin asistir” permitidas y empollar para el examen te sacabas todos los cursos. E incluso, conozco a personas que fueron auténticos fenómenos en copiar y lo de estudiar lo hicieron bien poco. Yo nunca fui capaz. Me ponía demasiado nerviosa. Una lástima. 


Después de tantos años, mi sensación es que he dedicado muchas horas a memorizar para olvidarlo casi todo. Un total desperdicio.


Después viene la realidad. La vida laboral. Y en mi experiencia, en todas las empresas siempre me han enseñado durante las primeras semanas, o incluso me han formado con cursos propios. Así que, los estudios en mi caso, han sido lo de menos al final.


Mi formación académica se supone que ya hubiese terminado con el título. Pero la verdad, es que empezó a partir de ahí.


A lo largo de mi vida, me he ido formando en todo lo que ha llamado mi curiosidad y he podido pagarme, claro.


Lo que más me ha servido y no se me ha olvidado nada, es la formación en Terapeuta de Regresiones. Lo hice desde la más pura curiosidad. Siguiendo mi propio instinto de querer saber. Descubrir que el Alma no es ningún cuento, a mí, me ha transformado la percepción de la Vida.


Otra curiosidad es que a diario no uso ni una cuarta parte de las enseñanzas de los años de estudios obligatorios, ni la carrera, sino que me acompaña el Reiki, la Fitoterapia, el Quiromasaje, la Reflexologia Podal…y seguro que se me olvidan más. Porque he hecho muchos cursos. En realidad, soy curiosa por naturaleza propia. Y solventar dudas es casi una necesidad. 


Las horas de aprender a cocinar con mi madre no me han dado título alguno, pero es lo más útil que me llevo en el arte de vivir. Comer algo rico es un placer sensorial. 


No me puedo olvidar de decir que, a lo que más partido le he sacado, ha sido a los veranos que me iba a ayudar a mi madre en las casas que ella limpiaba. Aprendí a limpiar a fondo un hogar. Tampoco me dio titulación, pero es casi vital para mi día a día.


Con todo este rollo, solo quiero evidenciar que no se aprende solo en el sistema académico que nos muestra este país. Que existen otras vías de aprendizaje. La propia vida es la enseñanza más importante. Además, existen millones de alternativas para estudiar todo aquello que te llame la atención. Incluso, puedes obtener dinero para vivir de muchísimas maneras. Porque el trabajo es solo eso, intercambio de tiempo por dinero. Que no te sigan engañando. Y además, cuántos son los que trabajan en empleos que no tienen nada que ver con los estudios que hicieron en su día. 


Cada vez suelto más los miedos a que Valentina no entre en la educación convencional. Me siento atraída de una forma peculiar hacia el homeschooling, freeschooling, o cualquier nomenclatura que le quieran dar a acompañar a los niños en su educación, permitiendo que sean ellos los que marquen el ritmo a través de su propia  curiosidad por aprender, y no sea el sistema educativo capitalista el que les dirija sin más. 


El ser humano es curioso por naturaleza propia. Confío en la Vida, en el Universo, en los dones y talentos que cada uno traemos por esencia, y que olvidamos porque dejamos de permitirnos seguir, simplemente porque nos hacen creer que lo importante es estudiar y no escucharnos.


Puede que la respuesta de “para qué tantos años de estudios” llegue ahora, y sea para acompañar a Valentina en su proceso de floración, porque así veo a la infancia, como una semilla que está germinando, y florecerá a lo largo de su vida. 


Confío, plenamente, en que cada ser humano trae todo lo necesario para Ser. Pero necesitamos que nos acompañen, no que nos dirijan sin respetar nuestros propios tiempos. Puede que estemos tan desconectados de nosotros mismos por ese mismo motivo. O puede que no, que todo sea una paja mental mía. No lo sé.


Lo que sí que sé, es que hasta hace poco ni siquiera sabía que existían otras vías de educación. El camino de baldosas amarillas es tan llamativo, que nos ciega y no nos permite mirar más allá. Y si intentamos cruzar aparecen las dudas, los miedos, la incertidumbre…


Pero también, soy muy consciente de que cuando cruzas los límites, y observas todo lo que hay por descubrir, empiezas a tener conocimiento, y los miedos se desvanecen poco a poco.


Puede que mis siguientes cursos vayan dirigidos hacia esta forma de educar en casa. Para saciar dudas, indagar más, desgranar todo lo que pueda sobre esta forma de vida, porque algo tengo claro, educar en casa se convierte en una forma de vida para todos. No se trata solo de educación académica. 


A la vez, tengo presente que no quiero seguir el camino marcado de baldosas amarillas sin ni siquiera cuestionarme nada. 


Quiero buscar información. Saciarme. Ir sintiendo y eligiendo. Y decidir. 


Hasta los seis años todavía tengo tiempo. Ya se irá viendo. 


Cabe la posibilidad de que empiece a indagar más, y decida que no. Tampoco lo sé. Pero elegiré lo que sienta y no lo que toque. Sin miedo. Sin culpa. Con información y argumentos. 


Mis padres eligieron el tipo de educación para mí, y ahora somos nosotros los padres. Nos toca decidir desde nuestro momento evolutivo. Sin más. 


Aquí aparece de nuevo el Alma. Qué suerte haber aprendido tanto, porque me acompaña

la confianza plena de que lo que sucede conviene, que todo es un proceso, y que al final todo estará bien.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Cambio de mirada

Miro diferente el mundo en general.


No sabría decir cuándo, cómo, ni dónde…pero en la mirada en la que antes veía moda como parte de la propia vida, ahora veo, simplemente, una herramienta más para dirigirnos por ese camino de baldosas amarillas.


Hacía mucho que no venía a un centro comercial. Y me siento totalmente desubicada. Lo observo como ese lugar que solo sirve para abastecerse entre bambalinas para la gran función del día a día.


Me resulta demasiado impostado todo. Pero lo que más me abruma no es lo que veo, sino ¿por qué ahora lo veo todo así?


Yo he estado dentro de la función. He tenido vestidor. He combinado prendas, tejidos y colores para diferentes eventos de mi vida. Vestía según un protocolo ficticio que nos marca qué ponernos según la ocasión. Sí. Reconozco que he vivido sometida bajo esta forma de vida durante años. 


Ahora me resulta un gran espectáculo para el que ya no tengo invitación.


He consumido según mis ingresos la mayor parte de mi vida. Es como si fuese una regla a seguir. Sin preguntarme nada. Solo viviendo así porque era así, sin más.


Pero lo que ahora llama más mi atención no es haber estado ahí, sino no haber sido consciente de que estaba ahí. 


Creo que llevar más de 5 años viviendo desconectada de la ciudad y de los seres humanos ha tenido consecuencias en mí. 


Me relaciono con muy pocas personas, y todo son pequeños momentos. Mi vida social, del día a día, todo este tiempo hemos sido nosotros. Fernando y yo. Yo y Fernando. Bueno, y Tako, Jara y Max. Nuestros perros. Luego, apareció Valentina que todavía nos ha transformado más la mirada hacia la Vida, si cabe. 


Cuando bajo a la civilización y veo la forma de vestir, convivir, desenvolverse, comunicarse y estar…más lejos me siento de ella.


Estoy aquí sentada en un banco, en medio de un centro comercial. Valentina durmiendo en el carro. Hemos terminado de comer y ella la siesta no la perdona, de momento. Fernando se ha ido a dejar el coche al concesionario porque tienen que hacer no sé qué electrónico que no hicieron en su día, y por una carta nos obligan a perder horas de nuestra vida para llevar el coche. Gratuitamente ponía. Porque claro, tienen la creencia de que solo el dinero vale, porque el tiempo invertido no tiene precio en esta sociedad.


Así que aquí estoy. Esperando a que vuelva para abastecernos de alimentos y volver a alejarnos de todo esto. Viendo pasear personas de todas las edades. Observando cómo se desenvuelven. Bolsas para arriba. Bolsas para abajo. Puro espectáculo.


Y yo con en esta cabecita llena de dudas…


¿Cuándo hemos caído en las redes de este sistema consumista que nos hace actuar según sus intereses haciéndonos creer que son nuestros? 


¿Cómo hemos sido captados por esta sociedad sectaria donde nos imponen la forma de vestir llamándolo moda y nos sentimos orgullosos de ser sus prisioneros? 


¿Por qué vivimos sin ni siquiera ser conscientes del dominio que tienen sobre nuestra forma de vida?


No tengo respuestas. No lo sé. Solo sé que aquí sentada en medio de este ir y venir de consumidores, me siento cada vez más desubicada. 


Así que aquí me encuentro. Con canas, porque desde que me rapé el año pasado mi pelo es como es. Bambas de hace unos años, porque hasta que no se rompan me acompañan sin necesidad de combinar con el resto de mi vestuario, porque solo me sirven para no ir descalza. Tejanos desgastados por el uso no por las técnicas que usan para que sea más cool. Una camiseta cualquiera. Una mochila de Carioca que nos regalaron hace un tiempo y ahora con todo lo que tengo que llevar me va perfecta…y Valentina en la teta. Sí, estaba en el carro, pero ya no. Se ha meado durmiendo la siesta, mientras yo aprovechaba para escribir esta entrada, y después de cambiarla, donde mejor está es aquí, en su refugio. Porque a pesar de tener casi tres años, la teta sigue siendo ese lugar para cobijarse de este mundo abstracto donde lo que menos importancia tiene es lo esencial. La propia Vida.


martes, 6 de abril de 2021

Cuando irse no es la salida.

Me encuentro inmersa en una etapa de mi vida en la que no me encuentro agusto. La única opción que conozco es irme o cambiar. Es lo que he hecho siempre que no he estado bien en algún lugar. Pero por primera vez en mi vida, salir de este escenario no es el camino. Después de muchos años trabajándome, me conozco. Sé que mi conciencia no se iría tranquila y mi corazón se alejaría amando. Así que irme no es la salida.

A vivir nos han enseñado. Esta sociedad es un gran plan de marketing que nos ha vendido su forma de vivir, basada en sus propias reglas y normas. Y nosotros, la hemos comprado. Es la única que se promociona y se vende. Las demás, simplemente se encuentran. Soy consciente de ello, porque lo he experimentado.

Tienes que sentir esa llamada desde tu interior que te empuja a vivir ese proceso de búsqueda. Se inicia una sensación interna que casi te arrastra para resolver dudas. Cada uno vive el tiempo que necesita en esta etapa. Incluso algunos pasan la vida entera esperando a que algo o alguien le dé respuestas. 

Llega un punto en el que te saturas de tanta información externa. Libros, retiros, terapias, blogs, artículos, talleres...Las herramientas que cada uno utiliza son diferentes, pero las fases, las mismas para todos. 

Más adelante llega una saturación de tanta información o experiencias. Buscar fuera se acaba. Necesitas parar. Aparecen pensamientos que te perturban. Ya no sabes nada. Vuelves a tener dudas, pero esta vez son distintas. Las dudas no deben desaparecer. No hay que dejar de dudar. Ellas son el motor para continuar evolucionando.

Y justo ahí, de forma sutil, el ruido externo empieza a bajar su volumen, y automáticamente coge más fuerza el interno. Se inicia una transición en la que empezamos a ser conscientes de la credibilidad que le otorgamos a las respuestas ajenas. Cuando la realidad es que cada uno tenemos todas las respuestas a nuestras dudas. La respuesta está en el Alma. En nuestro interior. Las emociones son la llave para acceder. Permitirnos sentirlas y expresarlas es únicamente una decisión personal.

Mi vida laboral es extensa. Cada vez que lo he sentido, he cambiado de trabajo. Sin miedos. Con determinación. Unas veces por motivación económica. Otras por motivación personal. He tenido trabajos donde la remuneración no era la deseada, pero entraba a trabajar y me apasionaba lo que vivía, hasta el punto de olvidarme de mi vida real cada vez que traspasaba la puerta. En cuanto sentía que nada más entrar, contaba las horas para salir...era momento de cambiar.

En las relaciones amorosas me ha pasado más o menos lo mismo. La última vez que me separé lo vi claro, soy mujer de "principios". Me fascina toda esa magia que se produce cuando conoces a alguien, te atrae y empiezas a compartir momentos. He disfrutado en cada comienzo de una relación. Después, sencillamente, me desencantaba. Sentía que dejaban de tener esa magia que les veía al principio. Me ha pasado varias veces. Pero apareció Él, y me enamoré de la sensación de estar en casa. 

Ahora me encuentro transitando una etapa de mi vida, en la que por primera vez, no puedo salir y estoy atrapada en ella. Supongo que la vida es sabia, y esta era la única forma para trabajarme esta parte de mí de la que no he sido consciente hasta hace poco.

Soy como el viento. Siempre he ido a mi aire. No disfruto viajando. No me fascina realizar actividades extremas. Ir de restaurantes no me llama la atención. Ni siquiera ir de compras. Me gusta leer, escuchar música, pasear por la naturaleza, ir a la playa y estar en casa. Prefiero estar tranquila antes que vivir grandes emociones. Me encanta estar en casa, escuchar a Ana Alcaide, encender velas e incienso, leer, escribir y estar conmigo misma. Soy más simple que el mecanismo de un chupete. 

En 40 años es la primera vez que vivo atrapada en un presente que me supera, pero a pesar de ello, no quiero salir de él. Todos los días van cargados de responsabilidad y obligación. Me he dado cuenta de que he vivido siempre bajo el "quiero", y ahora el "tengo que" lidera mis días. Y no lo llevo bien.

Esta forma de vivir era justo la que he rechazado siempre. 

Pero esta vez la solución no es irme y salir de esta realidad. No quiero cambiar de escenario. El escenario es maravilloso. Soy yo la que no está capacitada para estar en él. Soy yo la que está en pleno proceso de aceptación de esta etapa de mi vida en la que he dejado de ir a mi aire, para compartir aire. Creo que es la primera vez en mi vida que vivo algo así. Puede que influya que soy hija única. No lo sé.

Solo sé que estoy transitando esta etapa. Permitiéndome sentir todo lo que necesite. Sin juzgarme. Solo dándome permiso para ir transformándome mentalmente hacia la Aceptación, porque si algo he aprendido con los años, es que ese será el final de esta evolución personal. Todo es un proceso.

Seguramente sea incomprensible para muchos, excéntrico para otros...pero si algo me caracteriza, es que la opinión ajena no tiene ninguna credibilidad al hablar de mis sentimientos, porque la que siente, expone y drena emoción soy yo.






viernes, 19 de marzo de 2021

La paternidad está infravalorada

Otro día donde las redes se llenan de felicitaciones y postureo. Esta vez felicitando a la figura paterna, solo porque toca, y la mayoría sin haber profundizado en lo que la energía paterna aporta por pura esencia.

La paternidad está infravalorada y ese intento actual de maternizarla es un invento más de este sistema. Solo porque interesa, no porque sea beneficioso para el acompañamiento de la evolución de ese ser que viene con todo el potencial de serie. La Vida tiene unas leyes naturales y esenciales que rigen a la propia vida. La energía masculina y la femenina son imprescindibles y necesarias para el equilibrio de la supervivencia.

La paternidad aporta la energía masculina en la unidad familiar. Es necesaria e imprescindible, pero en distintos tiempos. No es como nos lo quieren vender ahora con el eslogan de "paternidad consciente", haciendo creer que un ser recién llegado es un bien a compartir al 50%, como si se tratase de una tarea del hogar, o de un acuerdo matrimonial de separación de bienes o ganancial.

Lo siento, pero no es un producto. 

Un ser que pasa nueve meses dentro de mamá, solo tiene a la madre como conexión con esta encarnación. Se rige durante todos esos meses bajo el sistema emocional de esa mujer. Algo importante, poco valorado y muy desconocido para muchas madres, a día de hoy, todavía. El período de exterogestación existe y está totalmente desamparado.

Desde que nacemos hasta más o menos los siete años la relación con la madre nos aporta conexión con la Tierra. Las madres son Tierra. Tienen la capacidad de producir vida. Nos anclan. Nos ayudan a bajar toda nuestra energía y asumir esta encarnación. Un dato curioso es que hasta esa edad pueden existir amigos invisibles...luego, simplemente desaparecen. Nos desconectamos de la energía de donde venimos.

A partir de esa edad, los papeles se invierten. La figura paterna pasa a tener el papel principal para ayudarnos a manejar el mundo. Para mostrarnos el entorno que nos rodea. El padre es la vegetación. La Tierra sin vegetación moriría, porque necesita el oxígeno de los árboles para poder crear vida. Colocar esa energía y reconocerle su lugar tiene una gran importancia para el equilibrio emocional de un ser humano. El padre es la conexión con el mundo real, lo material, lo práctico, lo que podemos tocar. Es acción, determinación, voluntad, poder y reconocimiento.

La relación con el padre determina aspectos emocionales que muchas personas desconocen, porque este sistema vive en un fracaso absoluto a nivel emocional.

En mi desarrollo como Cristina tengo claro que mis padres no han colaborado al 50% en mi cuidado y atención. Mi madre ha tenido un porcentaje muchísimo más elevado en esa tarea, y evidentemente, mi padre más ausencia. Tengo recuerdos de estar enmadrada. Hasta el punto de que dejé el ballet porque mi madre empezó a trabajar por las tardes, cuando yo tenía unos 9 años. Mi padre empezó a llevarme a las clases. De repente, me vi en un vestuario lleno de niñas y madres, excepto yo que tenía a mi padre poniéndome las medias. Lo viví con una sensación horrible de abandono. Y lo dejé. Para otra niña, este hecho, puede que hubiese sido algo maravilloso. Pero para mí no lo fue. 

Por el contrario, mi padre ha sido clave para salir de las drogas. Sus sermones durante toda mi adolescencia, o más bien, toda mi vida, me han acompañado durante mis momentos de autodestrucción. Siempre he tenido, en mis etapas más oscuras, esos instantes donde la voz de mi padre resonaba en mi interior con sus consejos y sus charlas sobre la vida. Crearon cimientos en mi mente y me ayudaron a agarrarme a ellos y decir, hasta aquí.

Somos seres emocionales. Las emociones rigen nuestras vidas. Somos energía. Cada energía tiene sus cualidades por la pura ley natural de la propia Vida.

Esta nueva percepción que se ha inventado este sistema, para que veamos a los hijos como productos a compartir al 50%, es una aberración tan grande como la que hubo hace años con el intento de erradicar la lactancia materna para sustituirla por lactancia artificial. Todo es un proceso. Ahora está en auge. Pero llegará a su punto álgido y volverá a su cauce, al cauce natural de la Vida. Lo mismo que ha sucedido con la lactancia artificial. Está llegando ese punto donde se caen las vendas, y se ve la gran manipulación que ha habido para lograr ese gran beneficio económico que hay detrás. Se empieza a ver que es un producto para determinados casos, pero no para normalizarlo como si fuese leche materna.

Este sistema manipula, nos dirige y crea percepciones de la vida a su antojo y beneficio.

Tenemos demasiado alto el ruido externo y muy flojita nuestra voz interna, esa que sabe mucho más de nosotros que nuestra propia mente.

La vida no es como nos la cuentan, o nos la hacen ver, la vida simplemente Es.



domingo, 10 de enero de 2021

Maternidad Libre

Existen tantos tipos de maternidades como mujeres, así que ese empeño de poner nomenclaturas a las formas de maternar es surrealista.

Maternidad consciente. Esa es en la que me he visto identificada durante un tiempo, hasta que me pregunté: Entonces la de otros qué es...inconsciente?- Y enseguida dejé de sentirme agusto ahí.

Siento que la maternidad es libre, que cada una hace lo que puede desde el momento evolutivo en el que se encuentra, y la acompaña o no, dependiendo del trabajo interior que lleve realizado. Pero que todas son igual de válidas, ya que todo está bien tal y como sucede, por eso este momento existe. 

He de reconocer que llegar a este punto, ha sido un proceso. Un proceso en el que he caído en el juicio en infinitas ocasiones. Me parecía inaudito el porcentaje tan bajo de lactancia materna, que el biberón esté tan reconocido y aceptado, y que detrás tenga argumentos como: no ser tan esclava del bebé, compartir con la pareja la alimentación y poder turnarse, no aceptar que los pechos se caigan o simplemente escuchar un "porque no quiero y punto".

Tampoco comprendía el hecho de dejar llorar al bebé para que aprenda a dormir solo, basados en reflexiones tan vacías como que es lo que toca, que tiene que aprender o incluso, porque estoy cansada. 

Mi mente rechazaba muchas formas de crianza, simplemente porque no resonaban con la mía. 

Pero mi mente hizo un "click", como en muchas otras ocasiones en mi vida...lo puedo definir con un ejemplo, porque aparece mi querida inefabilidad...es como cuando de repente comprendes un problema matemático y lo resuelves, y en tu cerebro sucede algo que no sabes explicar, pero que a partir de ese momento ya no hay retorno, y lo ves todo diferente, sencillo, y sientes que es así.

Pues, a pesar de que sigo sin entender esas formas de crianza, he dejado de intentar comprenderlas, simplemente he recordado que no me pertenecen esas experiencias, y que yo solo debo centrarme en la mía, y si a alguien le resuena, darle luz con mi ejemplo. 

Nunca imaginé ser madre, no fue mi sueño nunca, ni mi mayor ilusión en la vida...pero Valentina apareció y con mi forma de percibir la Vida, sentí que debía informarme al respecto, porque mi desconocimiento en el mundo el bebé era demasiado elevado. 

Desde que supe que estaba embarazada, viví el proceso con toda la información que recibí en la formación de Terapia Regresiva, que fue la que me aportó esa sensación interna de que yo era el canal para que ella pudiese venir a experimentar su propia experiencia de Vida, porque ella me había elegido, pero yo también la había aceptado...y mi función era la de acompañarle. 

Durante los nueve meses tuve conversaciones infinitas con ella, de forma unilateral, por supuesto. Le expliqué todo lo que fui sintiendo, cada emoción que me embargaba por alguna experiencia que se me presentase, siempre haciéndole hincapié en que esa emoción era mía y no suya, que fuese consciente de ello. Le hablé sobre el momento del parto, que ella era la que tendría que iniciar el proceso, y que mi cuerpo se activaría, y que ella era la que sabía lo que tenía que hacer, que estuviese tranquila, que confiase en ella, y que yo estaría a este otro lado para recibirla y acogerla.

No sé si todo el trabajo que hice durante el embarazo fue la clave para que el parto fuese rápido y sencillo, pero en tan solo tres empujones y cinco minutos, Valentina estaba en mis brazos. 

Después vinieron meses en la que ella necesitaba mi cuerpo o el de papá para dormir. En la cuna era incapaz de estar, en el carro tampoco, ni en ningún lugar donde ella se sintiese sola...pero puede que después de tantos meses siendo consciente de estar acompañada, de repente sentirse sola, no era una opción para ella. 

Pasamos muchos meses donde todas las noches mi pecho era su colchón, ella necesitaba escuchar el latido de mi corazón y mi calor para dormir todas las noches, y yo lo acepté...preparé la cama con cojines y almohadas para mi comodidad con ella encima, y que no pudiese salir de entre mis brazos. 

Llegó el día en el que aceptó quedarse al lado de mi cuerpo, sin la necesidad de estar encima. Surgió, sin forzarlo, sin presionar...simplemente sucedió. Y a día de hoy, casi 26 meses después, seguimos así, sigue durmiendo a mi lado, pero ya sin necesitar el contacto físico para dormir, solo necesita el pecho para coger el sueño cada vez que su ciclo termina y empieza el siguiente...pero solo es su evolución del sueño, su ritmo, sus tiempos.

Desde el principio se alimentó a través de mí, porque así lo sentí. 

Ella necesitaba cubrir su acción innata de succión, y yo igual que durante los nueve meses, era la vía para su alimentación...solo me faltaba saber cómo. Ese detalle fue el desencadenante para nuestros problemas, porque los inicios no fueron fáciles, sino horribles...pero en el hospital encontramos a la persona adecuada que me ayudó a no tirar la toalla, y a día de hoy, soy consciente de que algo tan natural como amamantar es uno de los grandes desconocimientos de esta sociedad, porque vivimos totalmente desconectadas de nuestra energía y poder femenino.

Hemos pasado por todas las crisis de lactancia, pero una vez que estás sumergida en esta etapa te aparecen libros, y una red de apoyo e información virtual impresionante. Nombres como Alba Padró, Lactapp, lactamagic, Carlos González...pasan a ser tus grandes maestros en este mundo autodidacta de la lactancia.

Y ahora, después de más de dos años, cuando todo parecía dominado y asentado...zas! entramos en la crisis de los dos años...parece ser que es la última, pero la más dura y duradera.

A los seis meses apareció el mundo de la alimentación complementaria, y ahí se abrió el abanico del Baby Led weaning, donde igual que en todo referente a la maternidad, aparecen mil madres que ofrecen talleres, porque ya son expertas y ellas son la solución, a pesar de llevar pocos años en este mundo...y es que existe un mensaje que nos acompaña de forma subliminal "Necesitas a alguien para todo"... cuando en realidad cada mujer posee toda la información necesaria para criar, igual que nuestro cuerpo es capaz de crear vida solo...pero nos hemos desconectado tanto de nosotras mismas por querernos convertir en energías masculinas, que hemos perdido nuestra sabiduría femenina.

Y Valentina volvió a darme otra gran lección, me evidenció que solo ella sabe sus ritmos, sus tiempos y que debo confiar en que ella tiene toda la información necesaria para desplegar todo su potencial y desarrollarse como el ser que ha venido a Ser. 

No empezó a comer hasta pasados los 18 meses, porque antes picoteaba algo o nada. De la misma forma que caminar. No empezó a caminar hasta los 16 meses, cuando ella se sintió preparada, porque permitimos que fuese ella la que lo hiciese libremente, sin nuestros brazos de apoyo, sin prisas, sin presión...solo acompañándola en su propio proceso. 

Pero si miramos atrás, todo ha ido fluyendo, no hemos forzado nada, ni hemos intentado seguir ninguna forma de crianza, solo hemos observado sus necesidades auténticas y las hemos cubierto, de la forma que hemos sentido más adecuada en cada momento.

Hemos sido nosotros los que hemos ido adaptando nuestra vida a sus necesidades, y no al revés, porque sentimos que ella es incapaz, con la edad que tiene, de reprimir emociones o necesidades, pero nosotros desde nuestro papel de adultos sí que tenemos herramientas para gestionarnos. 

Y a día de hoy, más de dos años después, reconozco que nos sentimos unos privilegiados por ser espectadores en primera línea, de ver cómo Valentina va desplegando toda la esencia que ya tiene en su interior desde su nacimiento, puesto que partimos de la base de que somos como semillas, y poseemos en nuestro interior toda la información necesaria para desarrollar este capítulo de nuestra experiencia de Vida.