domingo, 28 de julio de 2019

La maternidad, al final, te conquista.

Siempre he dicho que la maternidad está sobrevalorada...e incluso estrenando mi papel de madre lo he seguido creyendo...hasta ahora.

Los primeros meses han sido uno de los peores tramos que he vivido. Y no me cuesta decirlo, asumirlo, ni verbalizarlo.

Mi vida como Cristina se paró de golpe el 16 de noviembre del 2018...de repente todo mi tiempo pasó a tener dueña. Su nombre, baby Valentina.

Mis noches se rompieron, mi equilibrio interno se desplomó, todo lo aprendido sobre mis emociones se me olvidó y permití que me controlasen.

Sentir es vivir. Pero dejarse arrastrar por las emociones puede llegar a ser muy destructivo...soy consciente de ello, porque lo he experimentado, y no solo esta vez.

Mi cabeza tiende a intentar controlar toda mi vida. Soy analítica y escéptica por naturaleza.

Ser tan mental me ha llevado, en muchas ocasiones, a no ser capaz de aceptar situaciones cuando no las comprendo, cuando no encuentro los porqués, cuando se salen de mi arbitrario sentido del bien y del mal.

Me superó la llegada de baby Valentina. No supe vivir sin ser controlada totalmente por mis emociones, no fui capaz de fluir...me dejé arrastrar por la intensidad de percibir que salía de mi zona de control...y eso fui mi perdición.

Cuando no controlo una situación, pierdo el control y me inundan las emociones.

Y ser madre, para mí, ha sido perder el control absoluto de mi día día, de mis rutinas, de mi equilibrio emocional...

Pero como siempre. Todo pasa. Nada es permanente. La vida es pura transformación.

Y aquí estoy. Llegando al final de nuestra exterogestación. Totalmente transformada. Viviendo el día a día a medio gas porque las noches siguen siendo largas, pero con una actitud totalmente renovada.

La maternidad acaba siempre conquistándote, a pesar de que cada una necesite su tiempo, y ese tiempo sea diferente para cada una.

Es maravillosa esta emoción que te inunda cuando sonríe, cuando la hueles, cuando se despierta cada mañana con esa mirada que transmite esa sensación de hogar...

Es curioso cómo todo lo material se desvanece y cada vez pierde más valor...

Ahora, más que nunca, siento que soy de algodón, lino y pies descalzos.

Estoy en plena transformación hacia una nueva versión de mi misma...no sé si mejor o peor...pero los juicios son algo que al fin y al cabo forman parte de mi mente, y hace tiempo que empecé a ser consciente de que mi mente, al igual que mis emociones no pueden controlarme por completo, porque la clave siempre está en el equilibrio.

viernes, 5 de julio de 2019

Mis amigas las redes sociales.

He hecho las paces con las redes sociales.

No voy a engañarme. Me ha costado conseguirlo unos tres años. Pero vuelvo a estar en ellas.

Que el problema lo tenía yo era evidente. Y soy consciente de ello desde el principio.

No aceptaba esta forma de publicar solo la parte de la vida de la que puedes alardear; este postureo que las invade; esta forma de adornar la vida cuando en realidad conoces a quien hay detrás de ese perfil e incluso te avergüenza ver cómo se engaña primero a él y luego al resto; esta forma de mendigar amistades buscando likes y seguidores...se me hizo bola, me superó y borré todas mis cuentas.

Ese fue el detonante para abrir este blog.

Fue una forma de seguir en las redes pero disfrutando de ellas, gozando al escribir y sin ver ningún perfil. Solo interactuando con aquellas personas que se animaban a dejarme comentarios.

Hasta ahora.

He aprendido en este tiempo a permitir y aceptar que cada uno es libre de desenvolverse por el mundo como desee, sepa o necesite; he descubierto que soy capaz de tolerar el postureo aunque a veces todavía me abruma ver ciertas publicaciones; he encontrado ese lado maravilloso que tienen las redes, ese donde encuentras seres increíbles que existen y crean, y que sin este formato jamás hubiésemos podido compartir trayecto en el viaje de nuestras vidas...o ese donde estás en contacto con personas que han compartido trayecto en algún momento y saber de ellas me alimenta el Alma...en definitiva he vuelto, pero transformada.

Porque de eso trata la vida en definitiva, por lo menos para mí.

Vivir es cambiar, transformarse, acertar, equivocarse...e incluso escupir al cielo y que te caiga en la cara...en esto último soy una experta, pero me acepto así.

Las redes, a día de hoy, son una forma moderna de relacionarnos socialmente, y rechazarlas es decisión de cada uno, pero en realidad, al final, detrás del fluir siempre está la Aceptación.

Me acuerdo cuando mi madre se enfadaba por las facturas de llamadas del teléfono fijo, luego salieron los primeros móviles y empezamos a comunicarnos con mensajes de texto...y es gracioso que a día de hoy, lo que está quedando obsoleto es llamarse por teléfono...todo cambia, todo evoluciona y aceptarlo y fluir es la clave.

Así que he vuelto a todas las redes sociales y encima limpiándome la cara, porque un día escupí al cielo cuando todas mis amigas no paraban de publicar fotos de sus bebés, y ahora soy yo la que lo hace, ya que mi vida a día de hoy gira en torno a baby Valentina...y las publicaciones, al final, no dejan de ser la serie de nuestra vida..y mi temporada ahora es la maternidad.