miércoles, 29 de marzo de 2017

Conocerse a uno mismo

¿Qué significa conocerse a uno mismo? Pues no tengo ni idea, pero voy a intentar explicarme lo mejor que pueda, siendo una chica de 36 años que no tiene titulación de psicología, ni de coach, ni de nada por el estilo...simplemente creo que esta sociedad está falta de amor, y el principal problema es porque para poder amar al prójimo, hemos de amarnos a nosotros mismos primero, y hoy en la velocidad en la que vivimos nuestras vidas, es imposible conocerse, escucharse, sentirse...dedicarse el tiempo necesario para uno mismo, sin más.
Ama al prójimo como a ti mismo...pues así nos va...si no sabemos amarnos a nosotros, ¿cómo vamos a pretender amar al prójimo?
La mayoría de la población solo quiere, pero no ama, ya que están llenos de apegos, expectativas, esperanza de recibir algo a cambio...y amar significa que pase lo que pase vas a estar, pero no estar en plan egoísta, sino estar en compañía, en silencio, estar, sin más...
Yo a día de hoy me amo, he aprendido a amarme, porque me he aceptado, no sólo acepto mis virtudes, sino que también acepto mis defectos, y haga lo que haga, voy a estar conmigo misma siempre, voy a aceptarme y perdonarme todo lo que pueda llegar a hacer, porque cualquier error que cometa lo veré como una lección, cualquier acción que realice y de la que pueda arrepentirme, no me arrepentiré, aceptaré que en aquel momento actúe o hice lo que hice, y me perdonaré por ello, si lo considero oportuno, pero me perdonaré siempre haga lo que haga porque me amo. De esta misma forma sería amar al prójimo...pero ¿quién está dispuesto a amar al prójimo con total confianza pase lo que pase? Muy pocas personas, porque a la que nuestra pareja, familiar, amistad...haga algo que consideremos que no ha actuado bien o nos ha traicionado, dejaremos paso al rencor, a la rabia, incluso al odio...y esas cualidades no nos gustan aunque sean nuestras.
Pero para conocerme a mí misma, tengo que conocer mi luz y mi oscuridad, y amarlas por igual.
Durante muchos años no me he amado, no escuchaba mis pensamientos o mejor dicho, no dejaba salir lo que sentía verdaderamente, y menos aún lo verbalizaba, no aceptaba mi cuerpo, tenía mis pequeños complejos, estaba sometida a los cánones de belleza que la sociedad nos inculca, estaba encarcelada en la perfección que exige el sistema, solo estaba pendiente de mi exterior, es decir, de mi pelo, mi cuerpo, mi ropa, mis creencias (inculcadas por el barrio donde me crié, basado en el momento histórico en el que crecí, sometida a lo que he escuchado alrededor durante toda mi vida...), es decir, estaba programada desde fuera, sin escuchar lo que yo sentía, yo pensaba, yo creía...pero ahora siento que mi yo interior tiene un gran papel, y le he dado su importancia.
He sido una niña con una infancia bonita, no tengo queja, pero sí que, por ejemplo, me costó aceptar que mi madre se pusiese a trabajar y dejase de llevarme a ballet, y fuese mi padre el que me ponía las medias, por eso dejé esa actividad extra escolar, pero en ese momento no lo dije, puse excusas, porque nadie me enseñó a hablar con el corazón en la mano, a abrir mis emociones, a no tener miedo por ser vulnerable...tanto en el colegio, como en casa, como en todo mi círculo social, nadie dice lo que siente de verdad, se crean capas para que no les hagan daño...y ahora me he dado cuenta que el daño te lo haces tú mismo con esas capas, porque no dejas salir tu verdadero yo.
Después fui una adolescente que me decliné por los "malotes" supongo que porque era la manera de sentirme protegida y segura, siempre es más fácil ir con los malos, si vas con ellos, estás más protegida...y así ha sido siempre, aprendí en la calle que pisas o te pisan, así que imagínense mi adolescencia con la Alpha, el cogote rapado y la chulería por bandera...me creé un personaje con coraza que ni yo conocía, simplemente me protegía...y ahora me pregunto, protegerme ¿de qué? De mí misma, de mi inseguridad, del poco amor hacia mí misma, de mi poca personalidad, de mis carencias emocionales propias, de mi poca madurez, de mi poca valentía y mi necesidad de sentirme protegida por los demás...
Y ahora he llegado a una etapa más madura y me acepto tal y como soy...la palabra aceptar es la principal protagonista de mi vida, para empezar, acepto mi cuerpo, antes tenía complejos, ahora los he aceptado, porque he aprendido a no permitir que me encarcelen los cánones de belleza y perfección a los que me somete la sociedad, soy así y punto, tengo la piel blanca, casi blanco nuclear, y se me transparentan las venas en las piernas, ¿y?, soy de pelo clarito y las pestañas casi ni se me ven y encima son cortitas ¿y?, tengo ojeras por ser tan blanquita de piel, ¿y?, a veces cojo un par o tres de quilos, y luego se van, o no, ¿y?, soy así y me acepto; he aceptado mis emociones, soy una noria emocional, vivo con entusiasmo, debido a ello lo bueno lo disfruto enormemente, y lo menos bueno antes lo sufría, ahora lo acepto, no al momento, tengo ese punto de bajada en la noria emocional donde lo sufro y lo veo todo negativo, pero dejo salir esas emociones, porque sé que dan paso a la calma, la reflexión, a darme cuenta de que todo pasa por algo y ya lo entenderé en algún momento, hay que ser paciente, y sino lo entiendo nunca, lo habré vivido con aceptación, no lo habré sufrido.
He aprendido a no engañarme, a reconocer mis emociones y sentimientos, a dejar de ver la culpa de todo fuera, a no culpar a los demás, y aceptar mi propia responsabilidad, a ser consciente, por ejemplo, de que con todas las personas con las que he discutido he tenido mi responsabilidad, y no tengo el derecho de responsabilizar al prójimo de nada, con aceptar mi parte ya tengo suficiente.
He logrado amar a las personas de mi alrededor, porque he llegado al punto de aceptar todo aquello que hagan, porque nadie me pertenece, solo tengo que agradecer el tiempo de viaje de vida que compartamos, y cuando llega el momento de cambiar de estación, lo acepto y mi viaje continúa...porque la persona más importante en mi vida soy yo misma, y para poder ayudar, amar y acompañar a otro ser, he de estar yo nutrida.
Creo que para conocerse a uno mismo, has de olvidarte de lo que tus padres, tus amigos, tus familiares o la sociedad espera de ti, y hacer lo que tú sientas, no hemos nacido para ser como nadie desee que seamos, sino para como nosotros sintamos, no somos mejores por triunfar a nivel laboral, no somos mejores por tener de todo, no somos mejores por nada, porque no vivimos para competir en ningún ámbito, sino que todos somos seres excepcionales simplemente por existir, puesto que lo más importante en tu día a día es tu estado emocional, con él convives tú, no los demás, así que dedícate tiempo a escucharte, a sentir tus cambios emocionales, a sincerarte, a dejar salir tu verdadero yo...pero intentando siempre seguir estos cuatro patrones: compasión, comprensión, paciencia y amor...porque igual que lo bonito sería amar al prójimo como a ti mismo, también sería maravilloso actuar con el prójimo de la misma forma que te gustaría que actuasen contigo.

domingo, 19 de marzo de 2017

Vivir en un pueblo...

Llevo poco más de un año viviendo en un pueblecito, rodeada de naturaleza, tranquilidad, armonía...donde el único sonido que se escucha la mayor parte del tiempo es el canto de los pájaros.
Mi día a día es bastante tranquilo, no tengo grandes acontecimientos diarios, pero eso no hace que mi semana se convierta en rutina, puesto que no hago planes, no organizo mi día, sino que me dejo fluir por lo que me va viniendo a la cabeza o lo que veo en ese instante...
Vivir aquí me ha aportado mucha soledad, muchas horas de estar conmigo misma, y a pesar de que al principio me costó bastante ser consciente de la gran maestra que es la soledad...ahora la cuido, la mimo y me encanta estar conmigo misma.
Fue un cambio brusco venirme aquí, puesto que soy hija única y la relación con mis padres va más allá de llamarnos un par de veces a la semana, nosotros hablamos todos los días, somos un trío familiar donde existen y bastante los enfados, las riñas, e incluso los reproches...pero a la vez existe la alegría, el amor, el apoyo incondicional, la comunicación...y de repente me fui a vivir a otra comunidad autónoma lejos de mis cimientos, porque ellos han sido el equilibrio en mi vida...si miro atrás, y analizo todo lo que he vivido, soy consciente que les ha repercutido y bastante, sobretodo mi adolescencia a nivel emocional, y casi toda mi vida a nivel económico, pero no me arrepiento de nada, no creo en los errores, sino más bien en las lecciones...y por eso en unos de mis últimos viajes les abracé y les devolví toda aquella energía que les he podido robar a lo largo de mi experiencia de hija junto a ellos, y ellos hicieron lo mismo conmigo, porque en una relación de padres e hijos, todos tenemos mucho que aprender y somos maestros los unos de los otros.
Pero haciendo balance de mi último año, no echo de menos nada, porque creo, desde lo más profundo de mi ser, que me ha venido muy bien estar lejos y madurar, reflexionar, darme cuenta de que mi vida y mi núcleo familiar ahora es aquí junto a mi marido, y que ellos, a los que amo, son mi familia, mi "nido"...pero que igual que los pajaritos que me cantan diariamente, una vez que crecen, se van del nido y crean su propio nido...he aprendido a no apoyarme para todo en ellos, a valorar su vida e independencia, a respetar sus decisiones, a desligarme de su economía, a no involucrarme emocionalmente en sus historias, porque son suyas y a mí no me pertenecen...estoy agradecida al universo por ofrecerme esta nueva etapa de aprendizaje.
Este año de retiro me ha servido para conocer mis estados de ánimos, para escuchar mi interior, para aprender que cada vez que estoy triste sin motivo aparente...detrás hay algo a lo que no me enfrento, pero que he de abrazar y atender, porque todo lo que me sucede forma parte de mi experiencia y solo por eso lo he aceptar y amar.
Viviendo en un pueblo, donde la vida pasa en cámara lenta, comparado a la ciudad, he despertado, me he dado cuenta de lo influenciados que estamos por todo lo que nos rodea, de cómo nos dejamos arrastrar por modas, tendencias, épocas...de cómo en realidad nos complicamos la vida, cuando es simple, sencilla y tranquila...todo es la actitud.
En este pueblecito, mayoritariamente me relaciono con personas mayores que yo, personas que tienen sus huertos, sus ovejas, sus vacas, sus caballos, sus ponis, sus burros, sus ocas...viven diariamente alejados de las modas, del consumo, de las tendencias, su día a día desde fuera se podría ver como rutinario, pero ellos desde dentro lo viven sin juzgar, ni valorar, simplemente lo viven, porque no conocen otra cosa y son felices así...ya que, ¿porqué pretendemos entender con la mente la felicidad si solo hay que sentirla? De estas personas he aprendido muchísimo, me han enseñado a que la vida es simple, que no necesitamos ni la mitad de todo lo que compramos, que en realidad tenemos los armarios llenos de ropa, solo porque nos movemos con la moda y la tendencia, pero que sin nada de todo eso la vida es exactamente igual, que lo único importante es nuestro interior, que incluso el aburrimiento está creado por el sistema, porque nos han enseñado a distraernos con personas o cosas...cuando en soledad e interiorizando podemos pasar unos ratos increíbles, simplemente escuchándonos a nosotros mismos.
Otro detalle que me encanta de vivir aquí es lo gratificante de encontrarte a alguien y parar a charlar ese instante, cruzar cuatro palabras, sonreír, desear buen día...ir a comprar a los establecimientos del pueblo, porque hay que hacer pueblo por supuesto, y sentir esa familiaridad de los establecimientos pequeños, percibir en cada metro cuadrado la acogida, porque nosotros parecemos de aquí de toda la vida...por supuesto, no le voy a quitar importancia a nuestra actitud, porque ser amables, simpáticos y agradables, no cuesta nada y el mundo es mucho más bonito así.
De quien me he fijado también es de los animales, les observo en nuestros paseos diarios con los perros, o incluso desde mi ventana, y la vida es tan sencilla, viven en manadas, pero tienen independencia total, solo se reúnen cuando se sienten amenazados, porque son un grupo y se protegen, pasan los días simplemente respirando, pastando, observando...cuando tienen crías, los primeros días las crías no se separan de las madres, pero luego se empiezan a relacionar con el resto de crías y son más independientes...y algo maravilloso es tener la suerte de ver a las vacas cómo retozan cuando viene la primavera y las dejan salir a pastar al aire libre por primera vez después del invierno, vivir ese momento me hace ser consciente de que tenemos todo en la vida, porque lo más extraordinario está en las pequeñas cosas...y vivir en un pueblo así, me da la oportunidad de disfrutar cada día de habitar en un cuento, como los que veía de pequeña, donde los capítulos se basaban en las acciones cotidianas del día a día, y ese es el argumento de nuestra vida una vez despiertos, gozando de saborear esas pequeñas cosas cotidianas a las que antes en el ritmo de vida que se lleva en la ciudad, no tenían cabida...así que aquí estoy, tomándome una infusión, escribiendo todo aquello que observo y me hace reflexionar, porque ahora sé parar y degustar estos pequeños momentos de los que la vida está repleta y son maravillosos. Viva la vida.

lunes, 6 de marzo de 2017

Las redes sociales, mi última adicción...

Hace casi un año que abandoné las redes sociales, pasé de un día a otro de publicar bastante a menudo, a cerrar mis cuentas y desintoxicarme de esta nueva adicción, porque no deja de ser una droga para nuestro ego.
Publicaba fotos de mi vida cotidiana, esperando recibir "me gusta", comentarios...cada vez que publicaba una foto, los "me gusta" iban subiendo hasta alcanzar unos ciento y pico, y los comentarios valorándome hacían que mi autoestima subiese como la espuma, y ante una respuesta así por cada foto subida...me encantaba subir fotos, para qué me voy a engañar...
Pero, como siempre me ha sucedido y ya les he contado con otras adicciones, algo en mi interior me mandaba mensajes, haciéndome ver que nada era real, estaba ocupando mi tiempo libre en una vida virtual, creyendo que mi vida social virtual me hacía feliz, volviéndome adicta a publicar una foto para satisfacer mi ego, camuflando mi soledad real con mi acompañamiento virtual, perdiendo mi intimidad y dejando de regalársela exclusivamente a los que realmente existen en mi viaje de vida del día a día.
Así, un día, sin más, decidí que todo ese mundo virtual es una farsa, que solo se expone aquel momento que se desea y se selecciona, pero carece de veracidad, porque es un instante de postureo, no es casual, ni refleja la emoción y el sentimiento real que existe en él...así, decidí cerrar todas mis redes sociales, excepto una, ya que su uso es para estar informada y no para alimentar mi propio ego.
Y como siempre sucede, una vez que sales de la adicción, la ves desde fuera y la percepción es totalmente diferente a la que tenías desde dentro.
Fui consciente de que mi falta de autoestima, mi soledad, o mi necesidad de alimentar a mi ego, no la tiene que suplir una red social, porque siguen existiendo, para poder afrontarlas, tengo que enfrentarme a ellas, y eso hice.
He aprendido con los años a amarme, y cerrando las redes sociales acabé esa etapa, y ahora entiendo ese dicho católico que dice "ama al prójimo como a ti mismo", ¿cómo podemos amar a nadie si a nosotros mismos no sabemos ni hacerlo? y una muestra es la necesidad que existe, a día de hoy, para que nos alimenten nuestra autoestima o ego a través de las redes sociales, y es algo muy vulnerable depender de lo que los demás opinen de ti, porque mientras sea bueno...todo será maravilloso, pero como sea negativo...para el tren que me bajo de la vida.
Además he asimilado el valor de la intimidad, he entendido lo bonito que es compartir mi día a día única y exclusivamente con las personas que elijo, he cultivado mi soledad, llegando a encontrarla maravillosa y una gran maestra, he descubierto mi ego y sobretodo he entendido la importancia de aceptar mi realidad, aceptarme a mí misma y todo lo que me ocurra.
Después de un año de desintoxicación de las redes sociales solo puedo decir que me encanta poder regalarle algo exclusivo a las personas con las que comparto momentos, y son esos momentos, que son solo para nosotros, para los que los vivimos, dejando de usarlos para alimentar mi propio ego, porque lo reconozco enseguida y ya nos conocemos lo suficiente.