Llevo poco más de un año viviendo en un pueblecito, rodeada de naturaleza, tranquilidad, armonía...donde el único sonido que se escucha la mayor parte del tiempo es el canto de los pájaros.
Mi día a día es bastante tranquilo, no tengo grandes acontecimientos diarios, pero eso no hace que mi semana se convierta en rutina, puesto que no hago planes, no organizo mi día, sino que me dejo fluir por lo que me va viniendo a la cabeza o lo que veo en ese instante...
Vivir aquí me ha aportado mucha soledad, muchas horas de estar conmigo misma, y a pesar de que al principio me costó bastante ser consciente de la gran maestra que es la soledad...ahora la cuido, la mimo y me encanta estar conmigo misma.
Fue un cambio brusco venirme aquí, puesto que soy hija única y la relación con mis padres va más allá de llamarnos un par de veces a la semana, nosotros hablamos todos los días, somos un trío familiar donde existen y bastante los enfados, las riñas, e incluso los reproches...pero a la vez existe la alegría, el amor, el apoyo incondicional, la comunicación...y de repente me fui a vivir a otra comunidad autónoma lejos de mis cimientos, porque ellos han sido el equilibrio en mi vida...si miro atrás, y analizo todo lo que he vivido, soy consciente que les ha repercutido y bastante, sobretodo mi adolescencia a nivel emocional, y casi toda mi vida a nivel económico, pero no me arrepiento de nada, no creo en los errores, sino más bien en las lecciones...y por eso en unos de mis últimos viajes les abracé y les devolví toda aquella energía que les he podido robar a lo largo de mi experiencia de hija junto a ellos, y ellos hicieron lo mismo conmigo, porque en una relación de padres e hijos, todos tenemos mucho que aprender y somos maestros los unos de los otros.
Pero haciendo balance de mi último año, no echo de menos nada, porque creo, desde lo más profundo de mi ser, que me ha venido muy bien estar lejos y madurar, reflexionar, darme cuenta de que mi vida y mi núcleo familiar ahora es aquí junto a mi marido, y que ellos, a los que amo, son mi familia, mi "nido"...pero que igual que los pajaritos que me cantan diariamente, una vez que crecen, se van del nido y crean su propio nido...he aprendido a no apoyarme para todo en ellos, a valorar su vida e independencia, a respetar sus decisiones, a desligarme de su economía, a no involucrarme emocionalmente en sus historias, porque son suyas y a mí no me pertenecen...estoy agradecida al universo por ofrecerme esta nueva etapa de aprendizaje.
Este año de retiro me ha servido para conocer mis estados de ánimos, para escuchar mi interior, para aprender que cada vez que estoy triste sin motivo aparente...detrás hay algo a lo que no me enfrento, pero que he de abrazar y atender, porque todo lo que me sucede forma parte de mi experiencia y solo por eso lo he aceptar y amar.
Viviendo en un pueblo, donde la vida pasa en cámara lenta, comparado a la ciudad, he despertado, me he dado cuenta de lo influenciados que estamos por todo lo que nos rodea, de cómo nos dejamos arrastrar por modas, tendencias, épocas...de cómo en realidad nos complicamos la vida, cuando es simple, sencilla y tranquila...todo es la actitud.
En este pueblecito, mayoritariamente me relaciono con personas mayores que yo, personas que tienen sus huertos, sus ovejas, sus vacas, sus caballos, sus ponis, sus burros, sus ocas...viven diariamente alejados de las modas, del consumo, de las tendencias, su día a día desde fuera se podría ver como rutinario, pero ellos desde dentro lo viven sin juzgar, ni valorar, simplemente lo viven, porque no conocen otra cosa y son felices así...ya que, ¿porqué pretendemos entender con la mente la felicidad si solo hay que sentirla? De estas personas he aprendido muchísimo, me han enseñado a que la vida es simple, que no necesitamos ni la mitad de todo lo que compramos, que en realidad tenemos los armarios llenos de ropa, solo porque nos movemos con la moda y la tendencia, pero que sin nada de todo eso la vida es exactamente igual, que lo único importante es nuestro interior, que incluso el aburrimiento está creado por el sistema, porque nos han enseñado a distraernos con personas o cosas...cuando en soledad e interiorizando podemos pasar unos ratos increíbles, simplemente escuchándonos a nosotros mismos.
Otro detalle que me encanta de vivir aquí es lo gratificante de encontrarte a alguien y parar a charlar ese instante, cruzar cuatro palabras, sonreír, desear buen día...ir a comprar a los establecimientos del pueblo, porque hay que hacer pueblo por supuesto, y sentir esa familiaridad de los establecimientos pequeños, percibir en cada metro cuadrado la acogida, porque nosotros parecemos de aquí de toda la vida...por supuesto, no le voy a quitar importancia a nuestra actitud, porque ser amables, simpáticos y agradables, no cuesta nada y el mundo es mucho más bonito así.
De quien me he fijado también es de los animales, les observo en nuestros paseos diarios con los perros, o incluso desde mi ventana, y la vida es tan sencilla, viven en manadas, pero tienen independencia total, solo se reúnen cuando se sienten amenazados, porque son un grupo y se protegen, pasan los días simplemente respirando, pastando, observando...cuando tienen crías, los primeros días las crías no se separan de las madres, pero luego se empiezan a relacionar con el resto de crías y son más independientes...y algo maravilloso es tener la suerte de ver a las vacas cómo retozan cuando viene la primavera y las dejan salir a pastar al aire libre por primera vez después del invierno, vivir ese momento me hace ser consciente de que tenemos todo en la vida, porque lo más extraordinario está en las pequeñas cosas...y vivir en un pueblo así, me da la oportunidad de disfrutar cada día de habitar en un cuento, como los que veía de pequeña, donde los capítulos se basaban en las acciones cotidianas del día a día, y ese es el argumento de nuestra vida una vez despiertos, gozando de saborear esas pequeñas cosas cotidianas a las que antes en el ritmo de vida que se lleva en la ciudad, no tenían cabida...así que aquí estoy, tomándome una infusión, escribiendo todo aquello que observo y me hace reflexionar, porque ahora sé parar y degustar estos pequeños momentos de los que la vida está repleta y son maravillosos. Viva la vida.
Me ha encantado! Y yo lo pienso lo diferente que tiene que ser en un pueblo,la tranquilidad.......yo no sé que es eso la verdad,pero ganas en calidad de vida eso esta claro......y la vida son etapas.....y con cada una de ellas vamos creciendo....abandonar el nido va bien......te das cuenta de muchas cosas y a valerte por ti misma!a mi tambien me gusta cuando salgo y me encuentro con vecinos y nos paramos a hablar.....yo soy muy de hablar jajajaja cuando me encuentro con alguien me enrollo como las persianas.....Juanma me dice....porque has tardado tanto? Jajajajajja me encanta leerte....ya lo echava de menos....sé feliz y a vivir!❤️😍
ResponderEliminarA mí me encanta leer todos tus comentarios...a vivir!!! ❤
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